Como siempre una preparación física incansable durante un mes, un descanso merecido durante una semana y estaba listo para disfrutar de las profundidades marinas.
Ya había olvidado si todo ese ritual era necesario o era meramente un ritual, casi religioso, lo cierto era que ya llevaba 20 años haciendo exactamente lo mismo, antes de entrar en las profundidades marinas y según él eso no iba a cambiar, sea o no necesario.
Ganhal Stradush, era un gran aprendiz de brujo, su vida eran los libros, el saber, era un dominante de las magias de su nivel y de niveles mayores también, todo era impulsado por su sabiduría, la madurez que mostraba y el temple que tenía para tratar los temas, no se dejaba llevar por nada en especial, para él toda la magia venía de lo mismo, todo era uno, por lo mismo, no se inclinaba hacía ningún lado, de él nació muchos años después de su muerte el movimiento de los NEUTROS, quienes se dedicaban a una práctica del equilibrio mágico, claro que no conocían bien los propósitos de Ganhal y se transformaron prontamente en una secta mágica. Fue en el tiempo en que Ganhal era un prodigio de la magia, en el que su maestro, el archimago Lakarijer, le encomendó la tarea de conocer las magias de las profundidades. Como era de costumbre, Ganhal aceptó la tarea, que cualquiera hubiese deseado poder aceptar, ya que era una orden directa del maestro de maestros, con bastante humildad Ganhal se preparó para aquel cometido y comenzó a buscar la fórmula mágica que le permitiera bajar a aquellas profundidades sin ser aplastado por la presión, la magia para respirar bajo el agua ya la tenía, pero la otra le estaba siendo difícil encontrar, cosa nueva para él.
Esto lo llevó a un momento de sentir una nueva sensación, algo que ya no recordaba haber experimentado nunca, se sentía desesperado, tenía dos meses para comenzar su travesía y ya llevaba una semana sin encontrar esta última pieza.
Emprendió un pequeño viaje a través de la zona y se encontró guiado por los espíritus de los árboles, ellos le indicaron que continuase hacía la costa, sin preocuparse por el conjuro, como era su naturaleza, hizo caso a los sabios espíritus de los robles; llegó a la costa, bañada de un cielo azul claro, con un mar ancho y basto, que era el sustento de la zona, además de la magia, pero claro esta que la magia no se vende y quienes lo han hecho han sufrido las consecuencias de sus actos. Al llegar a la playa los espíritus del mar le indicaron dónde debía dirigirse, llego dónde un tipo viejo, que vivía en la costa, su casa modesta, estaba construida en el centro de una pseudo-muralla de piedra, que la protegía contra la marea, el joven, como de costumbre se presentó ante el anciano, el cual se mostró un tanto sorprendido de ver a alguien en aquella parte de la costa, estuvieron conversando un tiempo, en el que el anciano le preguntó el porqué de que estuviera en ese lugar, Ganhal contó su historia, la que fue escuchada atentamente, cuando terminó, el anciano le comentó que él no sabia magia, que era sólo un anciano que vivía ahí desde hacía ya veinte años o más, no lo recordaba muy bien, le contó que su vida se basaba en disfrutar del mar, con el que se sentía muy conectado por algún motivo que no podría explicar muy bien.
El joven le pidió el secreto para bajar a las profundidades, le comentó la importancia de aquello y que el mismo archimago le había pedido que bajara, el hombre le preguntó dónde debía bajar, sin duda el joven había olvidado que el archimago no se lo había mencionado, esto se debía a que el supremo sabio jamás dejaba las cosas inconclusas, nunca decía mas o menos de lo que debía decir, por lo tanto asumió que el sabio sabia todo lo que iba a ocurrir.
El joven comenzó a preguntarse cuales eran las intenciones del archimago y porqué lo había llevado junto al anciano, cuales eran las conexiones y porque le pidió esta tarea a él.
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