domingo, 12 de agosto de 2012

Gran hacedor (parte 6)

-Ha llegado el momento, como va el entrenamiento de Marko.-
-Bien, ya ha logrado dominar su nueva fuente de energía.-
-Tal como lo esperaba, son muy parecidos ustedes.-
-Pero aún no le enseño a utilizarla efectivamente.-
-De eso me encargaré yo, no necesitamos enseñarle hechizos ni mucho menos, hay que hacerlo recordar.-
-¿Qué? Acaso estás loco, crees que nos ayudará si recuerda su vida.-
-No tenemos otra opción, él ya está en camino, no nos quedan más de tres semanas.-
-En ese tiempo podemos enseñarle suficiente como par que nos ayude en una batalla.-
-No nos podrá ayudar si no es capaz de salir de tu casa, por sí solo tiene el poder de quitarse el control de encima.-
-Pero nada nos dice que nos ayudará.-
-¿Tú lo odias?
-Por supuesto que sí, si aún está existiendo no es más por favor hacia ti.-
-exacto, que te hace pensar que el no sentirá lo mismo.-
-Claro, pero cuando acabemos con su creador intentará hacer lo mismo con nosotros.-
-Por favor Raputín, somos dos contra él, por más que recuerde quién es no podrá nunca con nosotros.-
-A menos...-
-¿A menos qué?.-
-A menos que traiga a su ejercito de vuelta.-
-No lo conseguirá lo suficiente de rápido, además ya no es lo mismo que en aquellos años. Es inteligente, sabe ver el bien mayor, no nos traicionará.-
-Si tu lo dices, lo conoces mejor que yo.-
-Vamos, es tiempo de un reencuentro.-

-¿Desea algo para comer, señor? .-
-No, estoy bien así.-
-Señor disculpe que le insista, no ha comido en todo el viaje.-
-Ese no es asunto tuyo joven, ahora vete y dejame pensar tranquilo.-
-Si señor, lo siento mucho.- dicho esto, la puerta del camarote volvió a cerrarse y el joven continuó su camino.-
-Todo va como lo esperaba...-pensaba el viejo.

Cuando encontraron a Edmond, estaba sentado frente a un árbol, con los ojos cerrados en posición de loto, de su cuerpo emanaba un aura oscura que se hacía más intensa, repentinamente abrió los ojos y al instante el árbol comenzó rápidamente a marchitarse, sus hojas se obscurecieron y finalmente el árbol quedó muerto.

-Eres rápido para avanzar Marko, pero eso es algo que no me sorprende de ti.- dijo un hombre que salió tras otro árbol de más atrás, esta persona era alta y robusta, utilizaba una capa larga y negra y su cabeza estaba descubierta. Su rostro era grueso y serio, sus ojos penetrantes e inquisidores, marcada estaba la edad en su cuerpo, se notaba que era poseedor de una larga vida.

-¿Me habla usted a mi?.-
-Sí te habla a ti.- dijo Vladimir que apareció por atrás
-¿por qué me llama así?.-
-Ya lo sabrás, más pronto que tarde.- dijo el hombre frente a él
-Debes salir de aquí.-
-Pero si hago eso me va a descubrir.-
-Sí, pero ya no importará, vamos devolverte a quién eras cuando estabas vivo.-
-¿en serio y eso de que ayudaría?.-
-Larga historia que no vale la pena contar.-
-Creo que lo merezco.-
-Ya callate y no me hagas perder la paciencia, ahora sale de aquí.-
-Por que debo salir.-
-Porque él no puede entrar, está vivo.-
-Ya veo, pero aún sigo creyendo que no es una genial idea.-
-No me importa lo que tu creas, debes hacer esto si quieres matar a tu creador y que te ayudemos.-
-¿Por qué ahora estás tan dispuesto a colaborar conmigo?.-
-¿Para que voy a responder tus estúpidas preguntas, si las respuestas las obtendrás cuando recuperes tu memoria?.-
-Muy bien, muy bien.- Se levantó lentamente y caminó vacilante hasta los límites del círculo, con mucho temor caminó sobre el pasto hasta quedar frente al sujeto.
-Vámonos de aquí.-

El carruaje los condujo a unos lejanos montes, el camino era difícil y el movimiento lento; en el rostro de los hombres no se veía mucha preocupación y hacían parece como una situación cotidiana el extraño viaje que emprendían. A pesar de la tranquilidad del ambiente, Vladimir no le quitaba la atención a Edmond.

Pasaron las noches y días hasta que finalmente el carruaje se detuvo frente a una gran cueva, los individuos bajaron y el carruaje volvió por su camino. Se instalaron en la cueva que tenía unas lámparas colgadas que entregaban una atenuada luz, suficiente para iluminar dónde ponían los pies. Al fondo de la cueva, había un gran círculo con una estrella de once puntas y extraños símbolos en cada una, le ordenaron a Edmond que se sentara en medio de ésta y Vladimir tomó un maletín y salió caminando tranquilamente.

El hombre se sentó fuera de la estrella, frente a Edmond y lo miró fijamente; esa mirada entró rápidamente en la mente del muerto y de a poco todo se fue volviendo más obscuro, imágenes pasaban volando, lugares y personas que no lograba reconocer. Al principio aparecían muchas personas, sin mayor relevancia, sólo rostros fugaces que pasaban y pasaban, pero después de un rato de extrañas imágenes de gente, animales y lugares desconocidos, comenzaron a aparecer imágenes de la muerte, las mismas personas, animales y lugares, destruidos, la gente mutilada, imágenes de seres demoníacos ahora hacían aparición, el fuego lo rodeaba y podía sentir el calor de las llamas que brotaban en las paredes, se sintió rápidamente ahogado, pero no podía moverse, sabía que frente a él debía estar aquel hombre, pero no podía verlo, no sabía si sus ojos estaba abiertos o cerrados y comenzó a experimentar un sentimiento que no había sentido nunca, quería escapar, gritar, correr o llorar, pero estaba imposibilitado de cualquiera de estas cosas. Mientras que su mente buscaba una escapatoria, las imágenes no daban tregua y cada vez era peor y más real, seres de extrañas formas como los que vio al despertar de la muerte lo rodeaban y golpeaban; cuando parecía que iba a colapsar y desmayar todo cesó y se tornó negro, en esa oscuridad sólo aparecieron dos ojos grandes y rojos, ninguna silueta, ninguna cara, sólo los dos ojos en el vacío, fijos y penetrantes que no se apartaban de su mente. Pronto volvió el mismo malestar y las imágenes de la gente muerta, los demonios y el fuego, todo más intenso, más rápido más real y más familiar. De a poco se fue acostumbrando a la sencación -¿cuanto tiempo llevo en esto?, ¿es realmente importante? ¿qué demonios, por qué esto me atormenta, que tengo que ver yo? Mueran de una vez malditos.- los ojos aparecían de forma esporádica, pero ya no era ni malestar ni temor, las imágenes pasaban y le llenaban ya no de temor -Apareces de nuevo, mi amigo.-

Desapareció el negro vacío, las visiones y los ojos, todo reemplazado por el hombre que estaba frente a él desde un principio. Las miradas de ambos sujetos se enfrentaron por menos de un segundo, en el que Vladimir apareció por detrás de Edward y lo inmovilizo instantáneamente mientras el hombre rápidamente rebanó le rebanó la cabeza con un rápido movimiento de una espada que tenía debajo de él, quedándo con la cabeza del muerto en su mano, tomada por los cabellos.

-Tenemos casi una semana.-

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