Cae al vacío desde la cuenca de mis ojos,
una gota particular, una gota dolida,
cae sin mi permiso, en su propio antojo,
dejando a su paso un rastro, una herida.
El rojo del infierno, un reflejo de mi alma,
tiñe las lágrimas que ruedan por mis mejillas,
me vacían a cada segundo que pasa,
y se llevan la esencia de la vida.
¿Y que es lo que queda
luego de que el humo se disipa
y las cenizas se las lleva el viento?
solo la nada llena todo el mundo.
Entonces me vuelvo nada
y me pierdo junto al recuerdo de tu todo,
desaparezco en la noche...
desaparezco.
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