Decidí caminar por el viejo camino, el camino olvidado hace tiempo, en este pueblo las cosas aún son tranquilas y el crimen no es algo muy común, casi nunca pasa nada, no recuerdo haber oído sobre algún asesinato aquí en toda mi vida, así que tomar caminos antiguos y solitarios no era nada del otro mundo, no había ningún peligro.
Era una antigua vía del tren, de aquellos años en que las cosas se transportaban por estos interminables caminos de hierro, pero que ahora no son más que parte del patrimonio de nuestra localidad, una historia tan antigua y aburrida como el mismo pueblo.
Debía caminar un largo trayecto, las zonas rurales son así, era algo como una hora para llegar a la porción de terreno que le pertenecía a mis padres y que me ha visto crecer toda mi vida, un lindo lugar con vista al lago, un lugar tranquilo y hermoso para un retiro espiritual, terrible para una vida completa. Es extraño que todos dicen querer una vida en un lugar tranquilo y aún así creamos ciudades caóticas y llenas de ruido del que nadie escapa, todo lo contrario, la gente va desde esta utópica tranquilidad a buscar los motivos de la vida en el caos de concreto. Decimos que queremos esta apacible vida de campo, pero la realidad es que sabemos que la vida tranquila es vacía, necesitamos del caos para crecer, para marcar el mundo y que nuestras existencias tengan sentido, todos queremos ser recordados y marcar nuestro nombre en el mundo, aunque solo unos elegidos tienen la fuerza y el valor para hacerlo. Yo no pertenezco a ese grupo de élite, nunca tuve el valor de dejar este apacible lugar, el miedo fue más grande, supongo que tampoco está mal elegir pasar sin penas ni gloria, es mi vida y mi elección, no me interesa descubrir los grandes misterios de la vida, ni ser reconocido con fama mundial, no me interesan ni los lujos ni el dinero, o tal vez si me interesan, pero me da miedo arriesgarlo todo para poder conseguirlos, sea como sea, las cosas ya están hechas y la vida me vivió a mi más de lo que yo la viví a ella. Ahora es tarde para arrepentirse, las cosas no están mal, nunca están mal, por lo mismo nunca son buenas realmente, vidas tranquilas y aburridas, paisajes tranquilos y aburridos, es como una viva pintura de la creación, no ha cambiado en 30 años. El camino de metal llegaba hasta el horizonte, estaba rodeado completamente por el verde de los arbustos y árboles nativos, un camino perdido dentro de un bosque, rodeado por la magia que se manifiesta en lo real.
Me siento como estos árboles, vivo e inmóvil, aunque parece que yo camino, realmente no me muevo a ningún lugar, soy igual a ellos, parte del paisaje, creciendo, envejeciendo y pronto muriendo como ellos. Decidí fundirme un poco entre estos seres antes de continuar mi viaje que estaba probablemente en la mitad.
Me senté bajo la sombra de un gran árbol y acomodé mi cuerpo en la firmeza de su tronco, me sentí abrazado y protegido, no tengo muchos amigos, no tengo mucha gente que me genere el consuelo que me dan los árboles, tal vez, porque soy más parte de estas plantas que de la especie a la que se supone represento.
Dormí por unos cuantos minutos, tal vez unos 10 y me despertó un movimiento extraño, parecía un temblor, pero se fue haciendo cada vez más fuerte, me sentía aletargado y confundido por lo que me puse de pié para estar más alerta, mientras tanto el temblor aumentaba en intensidad y un rugido se escuchaba a lo lejos ¿Es acaso algún ser demoníaco que viene por mi alma? ¿será que seré castigado por algún ente etéreo por haber sido tan pasivo durante mi vida? ¿será que mis pecados escondidos y enterrados no fueron escondidos a ojos omniscientes y llegó la hora de mi juicio? El sonido se hacía más fuerte junto con el temblor que traía consigo y mis sentidos comenzaron a temer, el miedo crecía junto con la pronta llegada de los viles seres que devorarían mi alma en unos instantes. Sentía seca la boca y temblorosas las piernas, era un cobarde, siempre lo había sido, no podría pelear contra nada que sea que me estaba asechando. Ya estaba casi entregado y a punto de caer sobre mis rodillas cuando alguna especie de chispa nació desde mi corazón, al parecer mi insignificante vida quería continuar aunque mi voluntad consciente decía que no valía la pena. Mis piernas recobraron firmeza, tal vez era la energía de los árboles protegiendo a uno de lo suyos, no lo se, pero corrí, corrí con todas mis fuerzas lo más rápido posible aunque el temblor se hacía cada vez más fuerte, corrí hacia el horizonte de las vías del tren. Corrí sin mirar atrás, pero no parecía tener ningún efecto, mis pies vibraban y el rugido era ensordecedor, usé mis última fuerzas para armarme de valor y mirar atrás, al parecer siempre estuve equivocado, pero ya era muy tarde.
sábado, 18 de julio de 2020
viernes, 17 de julio de 2020
Humo por la ventana
Es en la noche, cuando todo parece estar en calma que los demonios nos atormentan. Es el ambiente perfecto para asechar, el silencio, la oscuridad y la soledad generan el escenario para que nuestras mentes sean carcomidas por los diferentes seres infernales que alberga nuestro cerebro. Dentro de todos el peor es el que tiene la cara del pasado, los errores cometidos, cada día que pasa hace crecer mas a este demonio que le encanta reír, y esa risa es lo único que necesita para destruir un sueño placentero, no mata pero hiere y abre el camino para sus compañeros. Otra noche mas, otro café mas para no perder mi insomnio, otro cigarro mas que hace volar su humo por la ventana abierta, me gusta sentir el frió nocturno en la cara y ver las luces de la ciudad que contrastan con el negro del ambiente. Me sentía esa noche especialmente melancólico, supongo que alimenté mis demonios.por demasiado tiempo y ya estaban bien crecidos como para comerme. Los libros ya no me saciaba, la música no me conmovía y parecía que la única compañía que no se aburre de mi era la soledad. Decidí dejar de observar la noche y vivirla, ese fue tal vez el gran error, pero tal vez era inevitable, en retrospectiva, creo que ya estaba todo escrito.
La noche estaba esperándome, la ciudad brillaba con luces artificiales, y la brisa era fría y refrescante, el cielo era hermoso como solo el infinito puede serlo, las brillantes estrellas guiaban mi camino sin rumbo. Camine por largo tiempo y los demonios que estuvieron de a poco materializándose se hicieron sentir. El miedo a lo desconocido y a cada sombra que veía, cada árbol y cada risa era ahora mas tenebrosa, la ciudad de noche no está dormida, las ciudades nunca se duermen por completo. Pero el pasado estaba ahí, mis errores, mis mentiras, mis desilusiones, ¿como hice para terminar solo y alquilando una pieza pequeña en la que solo mi cama, mis libros, mi café, mis cigarros y mi soledad caben? ¿no era acaso la gran esperanza de una familia triste y pobre? Me perdí hacía demasiado en mi tristeza y no pude salir. Un error fatal me hizo caer, un error o una persona, un alma celestial del infierno, el mejor alimento de mis demonios, mi peor error jamas enmendado.
Doblé en una esquina funesta nada especial, mientras mi mente seguía luchando contra los demonios, aun no me quería dejar consumir, tal vez me quedaba esperanza, no lo se, no recuerdo todo. Solo los ojos de los demonios, el asecho en su aliento agitado y sus palabras en idiomas extraños que no fui capaz de entender. Recuerdo al demonio mas grande, el padre de todos, el pasado mismo, el que abrió el camino para todos, el que manda y dirige, recuerdo también lo que yo sentí, este era el momento de acabar con todo, después de esta noche uno de nosotros abandonaría la existencia.
Mi boca estaba seca y mis oídos tapados a su idioma de inframundo, creí que me paralizaría pero no fue así, tal vez no había sido abandonado por el creador, tal vez mi vida aún no debía acabar o tal vez solo quería venganza en contra del ser responsable de mis pesares. Sea lo que fuese, recuerdo mis músculos tensarse hasta un punto máximo, recuerdo que antes que la orden termine de darse tenía mis manos sobre el maldito, apreté fuerte y rápido, creía que los demonios no podían ser atacados por manos mortales, menos morir por un par de ellas, pero rápidamente este demonio dejó nuestro plano y los demás escaparon para nunca mas volver.
Me liberé en esa mágica noche de todos mis males, volví a mi casa tranquilo y con la mente serena y en blanco, no podía y no quería pensar, al menos hasta la próxima noche. Tal vez los demonios vuelvan algún día, tal vez en otras formas y con otras caras y volveré a lanzarlos al infierno si eso pasa, por ahora solo queda dormir.
La noche estaba esperándome, la ciudad brillaba con luces artificiales, y la brisa era fría y refrescante, el cielo era hermoso como solo el infinito puede serlo, las brillantes estrellas guiaban mi camino sin rumbo. Camine por largo tiempo y los demonios que estuvieron de a poco materializándose se hicieron sentir. El miedo a lo desconocido y a cada sombra que veía, cada árbol y cada risa era ahora mas tenebrosa, la ciudad de noche no está dormida, las ciudades nunca se duermen por completo. Pero el pasado estaba ahí, mis errores, mis mentiras, mis desilusiones, ¿como hice para terminar solo y alquilando una pieza pequeña en la que solo mi cama, mis libros, mi café, mis cigarros y mi soledad caben? ¿no era acaso la gran esperanza de una familia triste y pobre? Me perdí hacía demasiado en mi tristeza y no pude salir. Un error fatal me hizo caer, un error o una persona, un alma celestial del infierno, el mejor alimento de mis demonios, mi peor error jamas enmendado.
Doblé en una esquina funesta nada especial, mientras mi mente seguía luchando contra los demonios, aun no me quería dejar consumir, tal vez me quedaba esperanza, no lo se, no recuerdo todo. Solo los ojos de los demonios, el asecho en su aliento agitado y sus palabras en idiomas extraños que no fui capaz de entender. Recuerdo al demonio mas grande, el padre de todos, el pasado mismo, el que abrió el camino para todos, el que manda y dirige, recuerdo también lo que yo sentí, este era el momento de acabar con todo, después de esta noche uno de nosotros abandonaría la existencia.
Mi boca estaba seca y mis oídos tapados a su idioma de inframundo, creí que me paralizaría pero no fue así, tal vez no había sido abandonado por el creador, tal vez mi vida aún no debía acabar o tal vez solo quería venganza en contra del ser responsable de mis pesares. Sea lo que fuese, recuerdo mis músculos tensarse hasta un punto máximo, recuerdo que antes que la orden termine de darse tenía mis manos sobre el maldito, apreté fuerte y rápido, creía que los demonios no podían ser atacados por manos mortales, menos morir por un par de ellas, pero rápidamente este demonio dejó nuestro plano y los demás escaparon para nunca mas volver.
Me liberé en esa mágica noche de todos mis males, volví a mi casa tranquilo y con la mente serena y en blanco, no podía y no quería pensar, al menos hasta la próxima noche. Tal vez los demonios vuelvan algún día, tal vez en otras formas y con otras caras y volveré a lanzarlos al infierno si eso pasa, por ahora solo queda dormir.
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