sábado, 18 de julio de 2020

Camino a casa

Decidí caminar por el viejo camino, el camino olvidado hace tiempo, en este pueblo las cosas aún son tranquilas y el crimen no es algo muy común, casi nunca pasa nada, no recuerdo haber oído sobre algún asesinato aquí en toda mi vida, así que tomar caminos antiguos y solitarios no era nada del otro mundo, no había ningún peligro.
Era una antigua vía del tren, de aquellos años en que las cosas se transportaban por estos interminables caminos de hierro, pero que ahora no son más que parte del patrimonio de nuestra localidad, una historia tan antigua y aburrida como el mismo pueblo.
Debía caminar un largo trayecto, las zonas rurales son así, era algo como una hora para llegar a la porción de terreno que le pertenecía a mis padres y que me ha visto crecer toda mi vida, un lindo lugar con vista al lago, un lugar tranquilo y hermoso para un retiro espiritual, terrible para una vida completa. Es extraño que todos dicen querer una vida en un lugar tranquilo y aún así creamos ciudades caóticas y llenas de ruido del que nadie escapa, todo lo contrario, la gente va desde esta utópica tranquilidad a buscar los motivos de la vida en el caos de concreto. Decimos que queremos esta apacible vida de campo, pero la realidad es que sabemos que la vida tranquila es vacía, necesitamos del caos para crecer, para marcar el mundo y que nuestras existencias tengan sentido, todos queremos ser recordados y marcar nuestro nombre en el mundo, aunque solo unos elegidos tienen la fuerza y el valor para  hacerlo. Yo no pertenezco a ese grupo de élite, nunca tuve el valor de dejar este apacible lugar, el miedo fue más grande, supongo que tampoco está mal elegir pasar sin penas ni gloria, es mi vida y mi elección, no me interesa descubrir los grandes misterios de la vida, ni ser reconocido con fama mundial, no me interesan ni los lujos ni el dinero, o tal vez si me interesan, pero me da miedo arriesgarlo todo para poder conseguirlos, sea como sea, las cosas ya están hechas y la vida me vivió a mi más de lo que yo la viví a ella. Ahora es tarde para arrepentirse, las cosas no están mal, nunca están mal, por lo mismo nunca son buenas realmente, vidas tranquilas y aburridas, paisajes tranquilos y aburridos, es como una viva pintura de la creación, no ha cambiado en 30 años. El camino de metal llegaba hasta el horizonte, estaba rodeado completamente por el verde de los arbustos y árboles nativos, un camino perdido dentro de un bosque, rodeado por la magia que se manifiesta en lo real.
Me siento como estos árboles, vivo e inmóvil, aunque parece que yo camino, realmente no me muevo a ningún lugar, soy igual a ellos, parte del paisaje, creciendo, envejeciendo y pronto muriendo como ellos. Decidí fundirme un poco entre estos seres antes de continuar mi viaje que estaba probablemente en la mitad.
Me senté bajo la sombra de un gran árbol y acomodé mi cuerpo en la firmeza de su tronco, me sentí abrazado y protegido, no tengo muchos amigos, no tengo mucha gente que me genere el consuelo que me dan los árboles, tal vez, porque soy más parte de estas plantas que de la especie a la que se supone represento.
Dormí por unos cuantos minutos, tal vez unos 10 y me despertó un movimiento extraño, parecía un temblor, pero se fue haciendo cada vez más fuerte, me sentía aletargado y confundido por lo que me puse de pié para estar más alerta, mientras tanto el temblor aumentaba en intensidad y un rugido se escuchaba a lo lejos ¿Es acaso algún ser demoníaco que viene por mi alma? ¿será que seré castigado por algún ente etéreo por haber sido tan pasivo durante mi vida? ¿será que mis pecados escondidos y enterrados no fueron escondidos a ojos omniscientes y llegó la hora de mi juicio? El sonido se hacía más fuerte junto con el temblor que traía consigo y mis sentidos comenzaron a temer, el miedo crecía junto con la pronta llegada de los viles seres que devorarían mi alma en unos instantes. Sentía seca la boca y temblorosas las piernas, era un cobarde, siempre lo había sido, no podría pelear contra nada que sea que me estaba asechando. Ya estaba casi entregado y a punto de caer sobre mis rodillas cuando alguna especie de chispa nació desde mi corazón, al parecer mi insignificante vida quería continuar aunque mi voluntad consciente decía que no valía la pena. Mis piernas recobraron firmeza, tal vez era la energía de los árboles protegiendo a uno de lo suyos, no lo se, pero corrí, corrí con todas mis fuerzas lo más rápido posible aunque el temblor se hacía cada vez más fuerte, corrí hacia el horizonte de las vías del tren. Corrí sin mirar atrás, pero no parecía tener ningún efecto, mis pies vibraban y el rugido era ensordecedor, usé mis última fuerzas para armarme de valor y mirar atrás, al parecer siempre estuve equivocado, pero ya era muy tarde.

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