-Muy bien, ¿era más simple cierto?.-
-Aquí están sus cosas señorita, ya puede comenzar desde hoy a construír su laboratorio si lo desea.-
-Y así será.-
-Le pediré un favor. Sea discreta, si hay protestas ambientalistas habrán investigaciones y liciaciones y ahí yo no podré hacer nada.-
-Lo sé, ¿cree que soy tan imbécil como usted?.- dijo con una gran sonrisa la mujer, la que el anciano sólo se limitó a responder con una forzada mueca.
-Muy bien firme estos papeles y está todo listo, yo me ocuparé del resto, como estaba acordado.- La mujer tomó su pluma bañada en oro y la deslizó a través del papel, marcando una linea delicada y firme.
-Eres un buen perro cuando deseas serlo hombre, no se por que te gusta complicar las cosas.- le dijo mientras terminaba de firmar y entregarle los papeles, con una gran sonrisa de satisfacción en su rostro -Bueno, tengo cosas que hacer ahora, adios.- dicho esto, salió de la alcaldía y condujo su vehículo. Tomó su celular y marcó a su amigo de la universidad.
-Ya está todo liso, voy a la constructora ahora.-
-Perfecto, todo está saliendo bien.- luego de esto cortó el telefono.
Finalmente, tras 20 minutos conduciendo llegó a un gran edificio blanco del cual salió un hombre vestido con un pantalón negro de tela y una camisa blanca desabrochada en el último boton.
-Buenos días señorita, la estabamos esperando.-
-Ya lo creo.- dijo con una coqueta voz.
-Adelante por favor.- caminaron juntos hasta la entrada y el hombre le indicó una oficina.
-Por favor valla con el gerente.-
-Muy bien.- la mujer entró en la blanca oficina, detrás del escritorio metálico había un hombre con un casco blanco, vestido con una camisa celeste y un pantalon de tela café.
-Tome asiento.-
-bueno Marco, seré breve que no me gustan las reuniones largas, auquí está el permiso y el resto de los papeles.- le entregó al hombre una carpeta que comenzó a revisar enseguida. - acordamos el trabajo listo para seis meses o menos y espero que así sea, la inversión es demasiado grande y no se puede perder el tiempo.-
-Marie, no te preocupes, comenzaremos inmediatamente, ya los obreros están contratados y está el laboratorio completamente planificado, como ya teníamos los antecedentes del lugar y tu estabas segura de que sería ahí, logramos adelantar trabajo.-
-Esa eficiencia es la que espero por estos seis meses, me voy, no creo que necesites nada más.-
-Sí, algo más, firma esto por favor, es para comenzar a construír.- la mujer se inclinó y firmó los papeles, luego, se incorporó.
-Adiós, nos veremos mañana en el lugar y espero ya haya algo avanzado.-
-Así será.- alcanzo a decir el hombre antes de que la mujer saliera rápidamente de la oficina y el edificio.
Tamara se encontraba en el instituto, sentada en una esquina del patio con un gran libro en el suelo, estaba absorta en la lectura, en lo que Brenna se le hacerca.
-Hola Tami.-
-Hola Brenna.- dijo Tamara un poco sorprendida
-¿Qué lees?.-
-Un libro hacerca de la atlantida.-
-Que extraño, no pense que te gustaran esas cosas.-
-No me gustan realmente, pero las necesito.-
-Oh ya veo.- Brenna se sentó al lado de la otra mujer y comenzó a observar el libro también.
-Hay varios tipos de simbolos, pero yo busco tatuajes y no encuentro.-
-¿Tatuajes?.-
-Sí.- al dar vuelta la pagina, Brenna abrió los ojos ampliamente y quedó mirando fijamente un dibujo que aparecía en el libro. -¿Que te pasa?, ¿Estas bien?.-
-Eh... eh.. no lo se.. es que..- la mujer se puso de pié rápidamente y saió corriendo, Tamara no perdió ni un segundo, guardó rápidamente su libro y salió tras ella. Brenna entró al baño y creyó haber cerrado la puerta, pero en su nerviosismo la dejó abierta y Tamara entrpó, descubriendo a la mujer tomandose los brazos y arrodillada con la mirada fija perdida y los ojos muy abiertos. Se acercó lentamete y vió los ojos de la mujer pasar a un color amarillo, asustada dió un salto hacia atrás soltando un pequeño grito que hizo que Brenna la mirara fijamente con sus ojos exageradamente abiertos y amarillos. La escena era espelusnante y Tamara decidió que sería mejor para ella salir, pero cuando se acercó a la puerta, su compañera ya estaba frente a esta tapando la salida; esta vez las manos estaban a los lados del cuerpo. Los ojos de la mujer brillaban con un color amarillo, en sus brazos desnudos se podían ver los mismos símbolos que aparecían en el libro que tenía Tamara, los cuales también brillaban, pero con una negra luz.
Tamara necesitaba moverse, pero se sentía paralizada y aterrorizada, su compañera ya no le transmitía la misma sensación de siempre, sino que ahora emanaba de ella una espeluznante energía de ira y terror.
-Ahora ves lo que soy, lo siento, ya no puedo simplemente dejarte ir.- dio Brenna con una gutural voz que parecía ser la mezcla de muchas voces.
-Calmate Brenna, ¿que te pasa?.-
-Ya vez que no soy una persona normal, no puedo dejar que alguien más lo sepa.- avanzó hacia Tamara quien aún no podía moverse, pero que consiguió la fuerza para levantar el brazo extender su mano frente a la demonio.
-Alejate!.- Grtió con temor.
-Fue un gusto conocerte.-
miércoles, 16 de noviembre de 2011
domingo, 13 de noviembre de 2011
capítulo 14°: Cerrando tratos
-Ahora puedes-
repitió
-Dime como
entonces.-
-La mujer atlante
lo sabe.-
-¿Atlante?, de
dónde conozco yo a una mujer de la atlántida, ¿no
estarás refiriéndote a Marie?.-
-Claro que no,
busca la mujer de los tatuajes.-
-Angel, ¿no
puedes ser más claro?.-
-Es lo más claro
posible.-
-Dime quien es.-
-Ya lo sabes,
mientras más directo causará mayor confusión.-
-Creo que eso es
al revés.-
-Eso es lo que tu
crees.-
Marie llegó
temprano a la alcaldía, en el mismo automóvil que la primera ves,
igual de impecable que la primera ves. La mujer vestía una chaqueta
de cuero que llevaba abierta y bajo esta mostraba una polera amarilla
combinando con pantalones de cuero.
Subió hasta la
oficina del alcalde y tras la previa presentación de la secretaria
de este entró a la oficina quedándose de pie frente al escritorio
de madera simple de pino tras la cual se hallaba sentado el alcalde.
-Seré breve.-
dijo agresivamente la mujer- vengo a ver que todo esté listo y
llevarme mis papeles con el permiso firmado.-
-Bueno señorita
Louve estamos muy bien encaminados, ya los terrenos son suyos pero
hay un inconveniente.-
-Creo que le di el
suficiente dinero para que no los hayan.-
-Claro que si,
pero el hecho es que el consejo está presionándome por un informe
sobre el laboratorio que desea ubicar, ya sabe, quieren saber el tipo
de laboratorio que se va a instalar.-
-Dígales que es
algo de cosméticos.-
-Debe preparar un
informe y exponerlo dentro de un mes.-
-Un mes.- gritó
furiosa la mujer-Acaso le parezco alguien con tiempo que
perder, ya he gastado con ustedes valioso tiempo y dinero, creo que
llevaré este proyecto a otra ciudad y a otro alcalde corrupto.-
-Señorita si se
trata de ir deberá pagar por la anulación de los papeles y además
intentar este proyecto en otra ciudad le llevará un largo tiempo
más.-
-Ya veo que eso es
lo que usted quería, quedarse con el soborno y además con el dinero
de la anulación de los papeles.-
-Oh, no no,
señorita como puede usted pensar así de mi.-
La mujer saltó
sobre el escritorio y puso su pié en el cuello del alcalde aunque
sin presionarlo fuertemente -Viejo realmente jugaste bien tus cartas
y te aprovechaste de mi apuro, te voy a dejar quinientos mil más y
me arreglas este asunto para mañana ¿esta bien?.- dijo presionando
un poco el cuello del hombre que a pesar de su dificultad para
moverse y respirar bien tenía una sonrisa muy marcada en su viejo
rostro.
-Claro señorita,
mañana mismo estará todo listo.- Marie quitó su pie del cuello del
alcalde se bajó del escritorio, sacó unos billetes de un
bolsillo interno de su chaqueta y los tiró sobre el escritorio del
alcalde.
-Ahí está tu
dinero viejo, nos vemos mañana.-Dicho esto salió de la oficina sin
mirar atrás, rápidamente y muy enojada. El viejo en cambio se quedó
sentado sonriendo en su escritorio unos segundos, luego tomó su
celular y marcó un numero.
-Es la mujer
vestida de cuero que va saliendo.-
Marie salió de la
alcaldía y se dirigió a su automóvil que estaba
estacionado a media cuadra del lugar, mientras se acercaba dos
hombres grandes vestidos de negro se acercaron a ella, pronto sintió
el cañón de un arma en su espalda.
-Acompáñenos señorita
y que sea de forma silenciosa y tranquila, así nadie saldrá
lastimado.- dijo uno de los hombres, con una voz grave y calmada.
-Claro caballeros,
si me lo piden de esa forma tan amable, nadie se puede resistir.- Los
hombres la tomaron de los brazos y las subieron a una camioneta que
se acercó previa orden de uno de los tipos, todo de una manera muy
sutil, lo que provocó que ninguna persona de las que pasaba por el
lugar se diera cuenta de lo que estaba sucediendo.
Al entrar al
vehículo, otros hombres que estaban dentro de éste pusieron una
bolsa de tela sobre el rostro de la mujer.
-Excelente
señorita, usted si sabe cooperar, aunque lamentablemente de todas
maneras saldrá herida.- dijo el mismo hombre de la ves anterior. El
otro hombre, comenzó a acariciar las piernas de la mujer.
-El alcalde no
dijo que no podíamos divertirnos con esta hermosura antes de hacer
el trabajo.- dijo y luego lanzó una pequeña risa pervertida
-Bueno, yo les
puedo dar una excelente entretención.- dijo la mujer soltando una
picara risa
-Parece que le
gustaste a la putita, Charlie.- dijo el chofer del vehículo
-Salió media
masoquista, eso me gusta.- respondió el aludido
-Oh, en sus sueños
idiotas, no hablo de ese tipo de entretención, hablo de éste.-
apenas había terminado de hablar cuando en un rápido movimiento que
no les dio tiempo a los secuestradores para dispararle, se
liberó de ambos hombres y les tomó las muñecas; luego de girarlas
y golpearlas contra las paredes del vehículo haciéndoles votar las
armas, les golpeó con su codo en el estómago con una fuerza
sobrehumana característica de la mujer. Mientras el copiloto, hasta
el momento silencioso, estaba sacando su arma, la mujer que ya sabía
cuantos y donde estaban todos sus captores gracias a sus sentidos
perfeccionados por sus dotes de bestia, lo patió en la cara
dejándolo fuera de combate mientras con sus manos rompía la bolsa
que le impedía ver, aprovechando el impulso y el movimiento de
romper la bolsa golpeó nuevamente a los hombres que tenía a su
lado, esta vez en la cara, dejando inconsciente a ambos. De
un salto quedó su cara al lado de la del chofer, quien por estar
manejando en la ciudad no podía ayudar a sus compañeros, posó su
mano en el cuello de éste.
-Bien mi
amigo.-dijo en voz baja -vas a estacionarte tranquilamente
o morirás.-
-Si me matas, tu
también mueres.- respondió tartamúdamente el hombre, que reflejaba
gran miedo en sus palabras.
-Claro que no, yo
no soy tan débil como ustedes, así que ahora estaciónate.-le gritó
la mujer.
El hombre detuvo
disminuyó lentamente la velocidad acercándose a la vereda
estacionando el vehículo.
-Excelente, que
lástima que de todas maneras tengas que salir herido.- dijo la
mujer apretando el cuello del hombre haciendo que éste se
desmaye sin alcanzar a decir nada.
Marie, lanzó los
cuerpos todos hacia los asientos traseros de la camioneta, dejándolos
apilados como bultos y tomó el volante del vehículo, condujo hasta
un lugar solitario de la ciudad y bajó. Miró hacia el cielo y lanzó
un suspiro, no se sentía especialmente incómoda con la situación,
hacía bastante que no sufría algo como eso y recordó unas viejas
aventuras con gangsters , sacó de su bolsillo unas gafas de sol y se
las puso, luego abrió una de las puertas traseras, rompió la polera
de uno de los hombres sacando casi la mitad de ésta y cerró
nuevamente el vehículo. Antes de irse del lugar la mujer abrió el
estanque de gasolina y le dejó colgando el trozo de tela remojada en
el combustible y encendida en llamas. Cuando la camioneta
se encontraba a punto de explotar la mujer pudo ver a uno de los
tipos incorporándose aturdido -pobre imbécil.- pensó
-fuiste el único que sintió la muerte.-
Maie corría y
saltaba por los techos de los edificios con una gran velocidad y sin
importarle la diferencia de pisos entre las construcciones. Corrió y
saltó hasta llegar al techo de la alcaldía, dónde bajó por una
pared hasta llegar a los ventanales de la oficina del alcalde, quien
estaba sentado detrás de su escritorio tranquilamente y que saltó
del espanto que se llevó cuando Marie entró rompiendo uno de los
vidrios de dos metros.
-Ya colmaste
mi paciencia viejo imbécil.- dijo Marie, mientras
tomaba al alcalde por el cuello y lo dejaba contra una pared.
-Oh, Dios.-
interrumpió la secretaria del alcalde que acababa de entrar al
escuchar el ruido
-Sale de aquí y
cierra la maldita puerta, no quiero que nadie entre.- le gritó Marie
-ha.. ha..ga lo
que..dice.- dijo el alcalde entre ahogo y miedo.-
Al escuchar al
viejo, la mujer salió de la oficina y se escucharon girar las llaves
de la puerta, dejando solos a Marie y al alcalde.
-No tengo mucho
tiempo, así que te lo diré rápidamente viejo.- dijo
Marie apretando fuertemente al alcalde contra la pared -No
me vengas con jueguitos a mí imbécil, yo no estoy para eso,
soy más peligrosa de lo que tú jamás llegaras a ser ¿entiendes?.-
el alcalde se limitó a mover la cabeza de manera afirmativa -que
bien.-dijo Marie- Por tu manera de ser te quedaste sin nada, quiero
todo listo para mañana y que me devuelvas tres millones de pesos,
eso lo quiero hoy en mi cuenta, te dejare un resto sólo por tener el
valor de intentar engañarme, si no cumples vendré aquí y te
mataré, si le dices algo a la policía, te mataré, si contratas más
matones, los mataré como hice con estos y luego te mataré a tí; sé
que las cámaras de este piso están desactivadas para que puedas
tirarte a tu secretaria tranquilamente y hacer también todos tus
negocios sucios, así que no hay pruebas de que estoy aquí más que
tu palabra, a diferencia de que yo tengo antecedentes y
papeles de que eres un corrupto de mierda. No tienes por dónde
ganarme viejo, volveré mañana temprano, ya estas avisado.-
terminando de decir esto soltó al alcalde, quien cayó de rodillas
al suelo, tomándose el cuello y tosiendo -Nos vemos.- Marie salió
por otra ventana esta ves, una que no daba a la calle como la
primera. Corrió rápidamente hacia su vehículo y desapareció del
lugar sin levantar ninguna sospecha; ya al rato de haber desaparecido
del lugar la policía llegó a la alcaldía a ver que había
sucedido, finalmente en los medios de comunicación, la ruptura del
vidrio fue atribuida a grupos de estudiantes extremistas que
protestaban por una educación gratis y las marcas en el cuello del
alcalde fueron omitidas.
Las mujeres se
juntaron a comer como habían acordado, en un
pequeño restauran dentro del barrio universitario.
-¿Y ese libro?.-
-Es sobre la
atlántida.- respondió Tamara
-¿Atlántida?.-
-Sí, según
Angel, hay una mujer atlante con la que debo hablar para traerlo, por
eso estaba investigando algo, pero es cansador, mejor cuéntame como
te fue con los negocios.-
sábado, 12 de noviembre de 2011
13° capítulo: El giro de la rueda
-Ehm.. ¿realmente no crees que me voy
a creer esa tontería cierto?.- preguntó con cara de esceptisismo
-Perdón...-decía Marie-
-Pero, no importa, todos tenemos un
secreto, no voy a insistir con el tema, pero enserio tu escusa es
malísima.-
-Okey... chicas, ya que estamos aquí,
¿no quieren tomar o comer algo y aprovechamos de olvidar el tema?.-
Ambas asintieron.
La tarde caía lentamente sobre la
ciudad, cambiando el cielo del color celeste a un tono naranjo
rojizo que entraba por la ventana de la casa de Marie, haciendo el
ambiente aún más ameno de lo que estaba y dejando en el olvido el
episodio de la incomoda pregunta.
-... bueno Brenna cuéntame de dónde
eres.-
-Soy del sur, e vivido en varios
lugares.-
-Ya veo, ¿de que lugar más
especifico?.-
-... de Pangui.- Se adelantó en decir
Tamara, poniendo un tono un poco más serio de lo que había estado
hablando hasta ese momento. Marie la miró a los ojos buscando
la respuesta a sus preguntas e intuyendo que algo había en la mujer
que Tamara la conectaba con el suceso del pueblo.
-Ya veo... que extraño nunca haberte
visto, nosotras también somo de por allá.- dijo relajadamente
-Es que siempre he vivido alejada de la
gente, hasta ahora, que quiero aprender música.-
-¿Y eso por qué?.-
-Es que hay un instrumento que
principalmente quiero aprender, el arpa.-
-¿el arpa? Que interesante, ¿hay
alguna razón en especial?.-
-Necesito algunos sonidos que sólo se
pueden crear con un arpa.-
-¿Los necesitas?.-preguntó Tamara.-
-Sí, los necesito, pero la razón
tampoco se las puedo decir, como lo de la fuerza de Marie.-
-Bueno, eso es repetable, así que
mejor dejemos el asunto ahí, además ya es tarde, creo que las voy a
llevar de vuelta a sus casas.- Las tres mujeres se levantaron y se
dispusieron a viajar en otro automovil de Marie, una camioneta Ford FWD 2010 verde, mucho más espaciosa que el vehículo de lujo en el que llegaron.
-Otro auto más Marie... no será
excesivo tanto lujo para una sola mujer.-
-Nunca es suficiente querida.-
respondió con una gran sonrisa pícara y sincera. Emprendieron el
viaje de vuelta, tranquilamente viendo como desaparecía ahora el
naranjo del cuelo y en su lugar se imponía el negro manto de la
noche con las estrellas tapadas por las luces y gases de la ciudad.
Viajaron por la ciudad, dirijidas por Brenna hasta llegar a una casa
antigua y de piedra.
-¿Aquí vives?.- preguntó Marie
-Sí, esta es mi pensión.-
-Bueno, nis vemos, cuidate.-
-Cuidate, nos vemos.-
-Chao chicas, nos vemos.- salió de la
camioneta y entró a la antigua casa resguardada por las miradas de
las mujeres. Cuando la puerta se cerró las mujeres partieron
también.
-¿Realmente crees que tiene algo que
ver?.- inquirió Marie.
-No tengo idea, pero sé que algo debe
saber, no es una persona muy normal que digamos.-
-Algo noté pero nada que fuese
extraordinariamente fuera de lo común.-
-mmm... bueno, no creo que sea una
coincidencia, habrá que esperar para ver.-
-Quédate hoy en mi casa, para que
hablemos.-
-Está bien, además no quiero estar
sola, me siento intranquila.-
Volvieron las jovenes a la casa de
Marie y se sentaron en la misma mesa en la que habían estado durante
la tarde.
-Mañana es un día muy importante.-
-¿Por?.-
-La empresa que te dije, mañana debo
ver el papeleo y la tendré en mi poder.-
-Eso es excelente Marie, aunque no se
para que quieres tantas empreas, ¿acaso quieres un monopolio
mundial?.-
-Jaja, algo así se podría decir, pero
no, tengo que cumplir con una misión que me autoimpuse y nada más.-
-¿Ya veo y cual es esa meta?.-
suspiró- Espero jamás tengas que
saberlo.-
-mmm... bueno ojalá la puedas
cumplir.-
-Con esto doy un gran paso, quien
sabe,tal ves en unos cuantos años más.-
-¿años?.-
-Sí, años, ya ehe invertido varios,
casi unos sesenta en esto.-
-Entonces es algo realmene importante,
nadie le invierte tanto tiempo a algo que no crea importante.-
-Así es, es algo muy importante; pero
bueno, eso no es lo que nos convoca, Tamara ¿has vuelto a soñar con
Angel?.-
-No, ya hace varios días que no se
aparece.-
-mmm... ya veo.-
-¿Por qué?.-
-Tal ves su fantasma ya se fue al mundo
al que pertenece.-
-Es probable y es lo mejor, de nada
servía que estuviese como alma en pena.-
-Aún así me sigue intrigando lo de
que pidiera ayuda para volver.-
-Debe ser por el apego que tenía a la
vida.-
-No lo creo, no me parece que haya sido
alguien de tan poco conocimiento como para tener un apego tan intenso
a la vida.-
-¿A que te refieres?.-
-El comprendía un poco mejor lo que
pasa en el universo, como para creer que esta vida lo es todo, no me
parece que se hubiese privado de seguir el camino de las almas.-
-Bueno eso si, siempre andaba con sus
tonterías esotéricas y místicas.- Marie se limitó a responder con
una sonrisa rápida y forzada, estaba cada vez más absorta en sus
pensamientos y su rostro no lo intentaba de ocultar.
-Bueno, es tarde y mañana es un día
de cosas importantes, mejor nos vamos a acostar. ¿Te parece?.-
-Sí yo también estoy bastante
cansada.- Marie guió a Tamara en el segundo piso, mostrándole una
pieza, para que descanse, una habitación de un buen tamaño y un
color crema ideal para descansar, en el centro la cama de dos plazas con un, a simple, vista notoriamente cómodo colchón. La mujer entró
y se instaló en la pieza, dejando sus cosas a un lado, con mucha
confianza y comodidad, como si estuviese acostumbrada al lugar, se
cambió de ropa y se pudo un pijama que la Marie le había prestado,
un pantalón y polera de algodón, de un tierno color rosado que
llevó a preguntarse nuevamente sobre la personalidad de la mujer
lobo que tan ruda podía llegar a ser, pero también se combinaba con
una femineidad muy al estilo antiguo; terminada de cambiarse, posó
su cabeza sobre la cómoda almohada y se durmió instantáneamente.
-Hola Tamara, tanto tiempo.-
-¿Otra ves tu?.-
-Claro que sí, aún no me ayudas a
volver.-
-Ya te dije que no puedo ayudarte.-
-Ahora si puedes.-
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