domingo, 13 de noviembre de 2011

capítulo 14°: Cerrando tratos


-Ahora puedes- repitió
-Dime como entonces.-
-La mujer atlante lo sabe.-
-¿Atlante?, de dónde conozco yo a una mujer de la atlántida, ¿no estarás refiriéndote a Marie?.-
-Claro que no, busca la mujer de los tatuajes.-
-Angel, ¿no puedes ser más claro?.-
-Es lo más claro posible.-
-Dime quien es.-
-Ya lo sabes, mientras más directo causará mayor confusión.-
-Creo que eso es al revés.-
-Eso es lo que tu crees.-

Marie  llegó temprano a la alcaldía, en el mismo automóvil que la primera ves, igual de impecable que la primera ves. La mujer vestía una chaqueta de cuero que llevaba abierta y bajo esta mostraba una polera amarilla combinando con pantalones de cuero.
Subió hasta la oficina del alcalde y tras la previa presentación de la secretaria de este entró a la oficina quedándose de pie frente al escritorio de madera simple de pino tras la cual se hallaba sentado el alcalde.
-Seré breve.- dijo agresivamente la mujer- vengo a ver que todo esté listo y llevarme mis papeles con el permiso firmado.-
-Bueno señorita Louve estamos muy bien encaminados, ya los terrenos son suyos pero hay un inconveniente.-
-Creo que le di el suficiente dinero para que no los hayan.-
-Claro que si, pero el hecho es que el consejo está presionándome por un informe sobre el laboratorio que desea ubicar, ya sabe, quieren saber el tipo de laboratorio que se va a instalar.-
-Dígales que es algo de cosméticos.-
-Debe preparar un informe y exponerlo dentro de un mes.-
-Un mes.- gritó furiosa la mujer-Acaso le parezco alguien con tiempo que perder, ya he gastado con ustedes valioso tiempo y dinero, creo que llevaré este proyecto a otra ciudad y a otro alcalde corrupto.-
-Señorita si se trata de ir deberá pagar por la anulación de los papeles y además intentar este proyecto en otra ciudad le llevará un largo tiempo más.-
-Ya veo que eso es lo que usted quería, quedarse con el soborno y además con el dinero de la anulación de los papeles.-
-Oh, no no, señorita como puede usted pensar así de mi.-
La mujer saltó sobre el escritorio y puso su pié en el cuello del alcalde aunque sin presionarlo fuertemente -Viejo realmente jugaste bien tus cartas y te aprovechaste de mi apuro, te voy a dejar quinientos mil más y me arreglas este asunto para mañana ¿esta bien?.- dijo presionando un poco el cuello del hombre que a pesar de su dificultad para moverse y respirar bien tenía una sonrisa muy marcada en su viejo rostro.
-Claro señorita, mañana mismo estará todo listo.- Marie quitó su pie del cuello del alcalde  se bajó del escritorio, sacó unos billetes de un bolsillo interno de su chaqueta y los tiró sobre el escritorio del alcalde.
-Ahí está tu dinero viejo, nos vemos mañana.-Dicho esto salió de la oficina sin mirar atrás, rápidamente y muy enojada. El viejo en cambio se quedó sentado sonriendo en su escritorio unos segundos, luego tomó su celular y marcó un numero.
-Es la mujer vestida de cuero que va saliendo.-

Marie salió de la alcaldía y se dirigió a su automóvil que estaba estacionado a media cuadra del lugar, mientras se acercaba dos hombres grandes vestidos de negro se acercaron a ella, pronto sintió el cañón de un arma en su espalda.
-Acompáñenos señorita y que sea de forma silenciosa y tranquila, así nadie saldrá lastimado.- dijo uno de los hombres, con una voz grave y calmada.
-Claro caballeros, si me lo piden de esa forma tan amable, nadie se puede resistir.- Los hombres la tomaron de los brazos y las subieron a una camioneta que se acercó previa orden de uno de los tipos, todo de una manera muy sutil, lo que provocó que ninguna persona de las que pasaba por el lugar se diera cuenta de lo que estaba sucediendo.
Al entrar al vehículo, otros hombres que estaban dentro de éste pusieron una bolsa de tela sobre el rostro de la mujer.
-Excelente señorita, usted si sabe cooperar, aunque lamentablemente de todas maneras saldrá herida.- dijo el mismo hombre de la ves anterior. El otro hombre, comenzó a acariciar las piernas de la mujer.
-El alcalde no dijo que no podíamos divertirnos con esta hermosura antes de hacer el trabajo.- dijo y luego lanzó una pequeña risa pervertida
-Bueno, yo les puedo dar una excelente entretención.- dijo la mujer soltando una picara risa
-Parece que le gustaste a la putita, Charlie.- dijo el chofer del vehículo
-Salió media masoquista, eso me gusta.- respondió el aludido
-Oh, en sus sueños idiotas, no hablo de ese tipo de entretención, hablo de éste.- apenas había terminado de hablar cuando en un rápido movimiento que no les dio tiempo a los secuestradores para dispararle, se liberó de ambos hombres y les tomó las muñecas; luego de girarlas y golpearlas contra las paredes del vehículo haciéndoles votar las armas, les golpeó con su codo en el estómago con una fuerza sobrehumana característica de la mujer. Mientras el copiloto, hasta el momento silencioso, estaba sacando su arma, la mujer que ya sabía cuantos y donde estaban todos sus captores gracias a sus sentidos perfeccionados por sus dotes de bestia, lo patió en la cara dejándolo fuera de combate mientras con sus manos rompía la bolsa que le impedía ver, aprovechando el impulso y el movimiento de romper la bolsa golpeó nuevamente a los hombres que tenía a su lado, esta vez en la cara, dejando inconsciente a ambos. De un salto quedó su cara al lado de la del chofer, quien por estar manejando en la ciudad no podía ayudar a sus compañeros, posó su mano en el cuello de éste.
-Bien mi amigo.-dijo en voz baja -vas a estacionarte tranquilamente o morirás.-
-Si me matas, tu también mueres.- respondió tartamúdamente el hombre, que reflejaba gran miedo en sus palabras.
-Claro que no, yo no soy tan débil como ustedes, así que ahora estaciónate.-le gritó la mujer.
El hombre detuvo disminuyó lentamente la velocidad acercándose a la vereda estacionando el vehículo.
-Excelente, que lástima que de todas maneras tengas que salir herido.- dijo la mujer apretando el cuello del hombre haciendo que éste se desmaye sin alcanzar a decir nada.
Marie, lanzó los cuerpos todos hacia los asientos traseros de la camioneta, dejándolos apilados como bultos y tomó el volante del vehículo, condujo hasta un lugar solitario de la ciudad y bajó. Miró hacia el cielo y lanzó un suspiro, no se sentía especialmente incómoda con la situación, hacía bastante que no sufría algo como eso y recordó unas viejas aventuras con gangsters , sacó de su bolsillo unas gafas de sol y se las puso, luego abrió una de las puertas traseras, rompió la polera de uno de los hombres sacando casi la mitad de ésta y cerró nuevamente el vehículo. Antes de irse del lugar la mujer abrió el estanque de gasolina y le dejó colgando el trozo de tela remojada en el combustible y encendida en llamas. Cuando la camioneta se encontraba a punto de explotar la mujer pudo ver a uno de los tipos incorporándose aturdido -pobre imbécil.- pensó -fuiste el único que sintió la muerte.-

Maie corría y saltaba por los techos de los edificios con una gran velocidad y sin importarle la diferencia de pisos entre las construcciones. Corrió y saltó hasta llegar al techo de la alcaldía, dónde bajó por una pared hasta llegar a los ventanales de la oficina del alcalde, quien estaba sentado detrás de su escritorio tranquilamente y que saltó del espanto que se llevó cuando Marie entró rompiendo uno de los vidrios de dos metros.

-Ya colmaste mi paciencia viejo imbécil.- dijo Marie, mientras tomaba al alcalde por el cuello y lo dejaba contra una pared.
-Oh, Dios.- interrumpió la secretaria del alcalde que acababa de entrar al escuchar el ruido
-Sale de aquí y cierra la maldita puerta, no quiero que nadie entre.- le gritó Marie
-ha.. ha..ga lo que..dice.- dijo el alcalde entre ahogo y miedo.-
Al escuchar al viejo, la mujer salió de la oficina y se escucharon girar las llaves de la puerta, dejando solos a Marie y al alcalde.
-No tengo mucho tiempo, así que te lo diré rápidamente viejo.- dijo Marie apretando fuertemente al alcalde contra la pared -No me vengas con jueguitos a mí imbécil, yo no estoy para eso, soy más peligrosa de lo que tú jamás llegaras a ser ¿entiendes?.- el alcalde se limitó a mover la cabeza de manera afirmativa -que bien.-dijo Marie- Por tu manera de ser te quedaste sin nada, quiero todo listo para mañana y que me devuelvas tres millones de pesos, eso lo quiero hoy en mi cuenta, te dejare un resto sólo por tener el valor de intentar engañarme, si no cumples vendré aquí y te mataré, si le dices algo a la policía, te mataré, si contratas más matones, los mataré como hice con estos y luego te mataré a tí; sé que las cámaras de este piso están desactivadas para que puedas tirarte a tu secretaria tranquilamente y hacer también todos tus negocios sucios, así que no hay pruebas de que estoy aquí más que tu palabra, a diferencia de que yo tengo antecedentes y papeles de que eres un corrupto de mierda. No tienes por dónde ganarme viejo, volveré mañana temprano, ya estas avisado.- terminando de decir esto soltó al alcalde, quien cayó de rodillas al suelo, tomándose el cuello y tosiendo -Nos vemos.- Marie salió por otra ventana esta ves, una que no daba a la calle como la primera. Corrió rápidamente hacia su vehículo y desapareció del lugar sin levantar ninguna sospecha; ya al rato de haber desaparecido del lugar la policía llegó a la alcaldía a ver que había sucedido, finalmente en los medios de comunicación, la ruptura del vidrio fue atribuida a grupos de estudiantes extremistas que protestaban por una educación gratis y las marcas en el cuello del alcalde fueron omitidas.

Las mujeres se juntaron a comer como habían acordado, en un pequeño restauran dentro del barrio universitario.

-¿Y ese libro?.-
-Es sobre la atlántida.- respondió Tamara
-¿Atlántida?.-
-Sí, según Angel, hay una mujer atlante con la que debo hablar para traerlo, por eso estaba investigando algo, pero es cansador, mejor cuéntame como te fue con los negocios.-





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