Desesperación, miedo, odio, recorrían nuestras mentes y nuestros cuerpos. Llevábamos tiempo discutiendo, tiempo que todos sabíamos que no teníamos, pensamos varias cosas, finalmente decidimos que entraríamos de a poco en la pared, comenzando por los objetos y luego con los cuerpos, era arriesgado, ni siquiera sabíamos si era posible que esas masas viscosas se podían atravesar, pero parecía lo más "lógico" en el momento.
Laura fue quien decidió hacerlo, creo que le ayudaba a calmarse, me pareció lo más correcto en el momento. Tomó el martillo y comenzó a introducirlo lentamente, según ella había una pequeña resistencia pero podía continuar, finalmente logró introducir el martillo completo exceptuando la parte por dónde ella lo tenía sujeto. Lo sacó lentamente y nos dimos cuenta que se encontraba en las mismas condiciones que antes de meterlo en la pared, decidimos hacer un nuevo ensayo, esta vez dejando el martillo dentro de la pared por un minuto; nuevamente el mismo resultado, el martillo salía completamente intacto, eso causó una especie de ansiedad en todos, era muy probable que estas cosas si sean portales a algún lugar. Ahora tocaba comenzar a introducir partes del cuerpo, nuevamente Laura decidió hacerlo, comenzó a introducir tímidamente un dedo, cuando lo hizo completamente dibujo una mueca en su rostro, como esperando algo diferente, con un poco más de rapidez su mano fue desapareciendo dentro de la pared ante nuestra mirada impaciente y preocupada -se siente igual, viscoso pero no duele, es un poco frío pero no extremo, es denso pero mi mano se puede mover con libertad, no se que es pero no hace daño.- Terminó de decir eso y metió completamente su mano, luego su antebrazo y así hasta llegar a su codo. -Nada.- dijo - Sigue la misma sensación.-
Vi en su rostro cierta impaciencia, así que le pedí que quite su brazo de la pared, al hacerlo notamos lo mismo que con el martillo, absolutamente nada fuera de lo común. Eso parecía que había generado algo de calma en todos, eso creía yo, pero no reparé en la mirada impaciente de Laura, aún no se calmaba, nunca se había calmado, realmente nunca pude adivinar que había en su cabeza, sólo la vi mirar hacia la pared y con un impulso saltar en su interior. Nadie fue capaz de detenerla, quedamos paralizados por unos diez segundos. El primero en reaccionar fue Alberto, era un hombre delgado y alto, tenía el cabello corto y rizado, sus ojos eran de un verde intenso, era realmente un tipo que uno llamaría apuesto y que durante toda la preparación del viaje conectó rápidamente con Laura. corrió tras ella, sin embargo, al tocar la pared no fue capas de traspasarla, la golpeó fuerte haciendo un ruido que se esparció por el salón y nos hizo reaccionar, lo tomamos por los hombros y lo sentamos en el suelo, el sonido podía delatarnos, no podíamos entrar en desesperación, era una muerte segura si llamábamos la atención de los agarth, aunque tampoco podíamos saber si la locura de Laura lo había hecho.
El tiempo estaba en nuestra contra, no teníamos idea que hacer ni como continuar, no sabíamos que había pasado con nuestra compañera o siquiera si estaba viva. Sentía un sudor frío en mi espalda y la intranquilidad propia de la presión por tomar una decisión insegura, vi a mis compañeros acercarse constantemente al lugar desde el que desapareció Laura, pero ahora se encontraba tan sólido como el resto de la pared. Quedaban otros dos lugares con la misma consistencia supuestamente, dos portales, tal vez o dos muertes seguras, a esta altura no teníamos idea, me acerqué al portal más cercano y puse mis manos sobre la pared, mi intranquilidad se aumentó y tal vez dejé escapar un pequeño grito, la pared era sólida, corrí al último portal y me encontré con lo mismo; estábamos atrapados sin poder avanzar, lo más sano en este punto parecía volver al barco e irnos para pensar en alguna estrategia o traer implemento que nos ayuden a adentrarnos más en la torre. Mis compañeros notaron mi intranquilidad y se acercaron a preguntar, al darles la noticia todos se pusieron tensos y comenzamos a discutir sobre la idea de irnos del lugar, sin embargo había un gran problema, si Laura no había muerto al entrar en la pared, era seguro que lo haría si la dejábamos en la torre.
Mientras discutíamos caminamos tal vez sin darnos cuenta hacia el umbral del que veníamos, acercándonos a la entrada improvisada que hicimos en la torre; en el momento que estábamos por cruzar el umbral ocurrió lo impensado, de la nada, casi al lado nuestro se abrió la pared del salón blanco, sin ruido ni destrozos, sólo se partió una parte de la muralla desde el suelo hasta el techo y se abrió rápidamente, por detrás de la abertura la luz era igual que en los salones que conocíamos, pero ahí, casi a unos 2 metros pudimos distinguir como entraban tres seres. Eran pequeños, probablemente no más de 1,2 metros, de grandes cabezas calvas y piel roja como la carne expuesta, sus ojos eran casi inexistentes y sus rostros deformes, no se podía distinguir bocas o nariz entre los pliegues de carne que tenían, eran delgados, de torsos rectangulares y de brazos y piernas como varillas de un árbol. Sólo la piel de sus cabezas estaba llena de pliegues todo el resto estaba muy estirada, tanto que parecía que se iba a romper en cualquier momento. Nos quedamos paralizados, la ansiedad e intranquilidad se transformó en un terror absoluto, mi respiración era jadeante y rápida, si continuaba así probablemente me desmayaría por una hiperventilación, de pronto sentí que me tiraban hacia atrás y entré nuevamente a la habitación de madera de un salto. ahí estaba frente a mi Miguel, mirándome fijamente a los ojos.
lunes, 30 de diciembre de 2019
miércoles, 18 de diciembre de 2019
La torre negra (parte 2)
Estábamos entonces listos para
caminar por el espacio infinito de esta torre, nos llevamos unas linternas por
si eran necesarias, un hacha de mano y unas bengalas. Avanzamos cuidadosamente
por el gigantesco espacio vacío, se oía ligeramente el golpe de las olas contra
las paredes, pero además de eso no había otro sonido, ni siquiera el de
nuestras pisadas. Llegamos al primer umbral, era de unos dos metros de ancho,
en el borde me apoyé en la pared para observar hacia fuera, nada, todo vacío,
para saber si era normal o extraño no teníamos suficiente información, de la
torre sólo se sabía la locación, pero nadie jamás había entrado. Esto era
estúpido y arriesgado, pero no había otra alternativa, no había tiempo para
planear otra forma así que sólo quedaba la opción de arriesgarnos a todo por
todos. Mi mente estaba medio nublada, mi corazón muy agitado, creo que en ese
momento no podría haber articulado alguna palabra, estar en la inmensidad de
ese espacio era tan maravilloso como atemorizante, el silencio solo hacía que
mis pensamientos incoherentes resuenen más fuerte en mi cabeza, en cualquier
momento esperaba que llegara el final, un ejército de agarth y todo acabara,
pero nada de eso había ocurrido, al menos no aún. Pasamos del umbral, la
siguiente sala parecía echa de alguna madera, que la cubría desde el techo, que
se encontraba a unos 5 metros de altura, hasta el suelo que pisábamos, toqué el
suelo, se sentía como madera, pero no se veía una tabla, era todo lo hecho de
una pieza, lisa, sin relieves, como si nos encontráramos dentro del tronco de
un árbol más que gigante. En este lugar ya no se oía el golpe de las olas, por
lo tanto, considerábamos que estábamos acercándonos al centro de la torre,
nuevamente un espacio gigante, probablemente unos 30 metros de diámetro,
vacíos.
El vacío y la ausencia de ruido no
ayudaban a nadie, podía sentir los nervios de todos, el ambiente se estaba
volviendo tenso, nadie hablaba, sin embargo, se podía notar en los rostros,
incluso la aparición de un agarth podría darnos un poco más de tranquilidad,
hacernos sentir que estábamos en el lugar correcto, que no había una emboscada
esperándonos.
Laura, era una bióloga, estudiosa
de las criaturas marinas que habitaban climas fríos, se fue acercando a nuestra
investigación al darse cuenta de anomalías genéticas y conductuales de los
peces que habitaban cierta zona entre el continente y la Antártida, claramente
esa zona era exactamente la que rodeaba a esta torre, de alguna forma, influía
en los seres que se encontraban cerca, de tal forma que eran capaces de
modificar su ADN. Podía sentir su respiración jadeante cerca mío, mostraba al
menos ser la persona más nerviosa del grupo en este momento, a pesar de que
siempre había tenido una personalidad tranquila. Me tomó de los hombros y apoyó
su cabeza en mi espalda, al parecer buscaba calor humano y tranquilidad, traté
de mantenerme tranquilo, aunque su contacto me hacía querer estremecerme,
sentía la responsabilidad de ser el soporte de todos, aunque no era el líder de
nada, supongo que por ir en frente. A diferencia del salón anterior en este no
se veía una salida, estaba completamente cerrado, por lo tanto, solo atiné a
poner mi mano en la pared y recorrer el enorme salón. En eso estaba, a paso
lento y nervioso, mientras mi mano tocaba la lisa superficie y todos me miraban
nerviosos y extrañados y me seguían como hipnotizados por mis movimientos.
Cuando iba por la mitad del salón vacío sentí como si lo sólido se pusiera
viscoso, sin embargo, al quitar mi mano esta salía completamente limpia y sin
rastros de nada. Silenciosamente indiqué a mis compañeros acercarse y poner su
mano en el mismo lugar, todos sentíamos lo mismo. Esto era aún más inquietante,
la realidad al parecer podía ser transformada, si había ilusiones aquí nada
podía asegurar que no había más y que todo lo que estábamos viendo en este
momento eran solamente ilusiones. Se sintió nuevamente un aire de desesperación
recorrer todo el lugar, los rostros de todos se veían más y más intranquilos y
yo no tenía la fuerza mental para calmar a nadie si no podía siquiera calmarme
a mí mismo. En algún momento de mágica ventana de calma, observé a Laura,
estaba aún más intranquila y sabía que en cualquier momento podría cometer un
acto de locura, la tomé por los hombros y la sacudí fuerte, me miro con ojos desorbitados,
pero aún con algo de cordura, susurré. cálmate o moriremos ahora mismo; ese
susurro llegó a los oídos de todos y pareció tener un efecto positivo de alguna
forma, de a poco todos comenzaron a respirar menos agitados, nos sentamos a pensar
por un momento, llegamos a la conclusión que lo más lógico era continuar
palpando la pared por si existían más zonas de ilusión. Al final del paso por
todo el salón encontramos 3 zonas, lo más alejadas posibles la una de la otra,
podían ser algún tipo de portales, era lo más "lógico" como también
podía no ser nada o entrar y morir horriblemente, tantas y maravillosas
posibilidades.
jueves, 12 de diciembre de 2019
Compra y venta
vendo señores, vendo mi alma
mi orgullo lo regalo a los perros,
vendo señores, mi espíritu y lucha,
pues ya regalé mis amables palabras
Usted señor, a adquirido un gran producto
pero debe pagar señor,
pues las palabras se las lleva el viento,
no soy su perro ni su esclavo, usted tiene mi silencio.
Pero la vida señor, es un producto delicado;
la calma señor, lo es aún más,
así que no agite las aguas,
y que el viento sea solo una brisa,
pues no querrá que todo se esfume en sus ojos.
Y cuidado señor que no hay devolución,
cuidado señor con el trato que tiene con su adquisición,
pues los tratos que tenga serán devueltos,
será tal vez que el karma a comprado.
mi orgullo lo regalo a los perros,
vendo señores, mi espíritu y lucha,
pues ya regalé mis amables palabras
Usted señor, a adquirido un gran producto
pero debe pagar señor,
pues las palabras se las lleva el viento,
no soy su perro ni su esclavo, usted tiene mi silencio.
Pero la vida señor, es un producto delicado;
la calma señor, lo es aún más,
así que no agite las aguas,
y que el viento sea solo una brisa,
pues no querrá que todo se esfume en sus ojos.
Y cuidado señor que no hay devolución,
cuidado señor con el trato que tiene con su adquisición,
pues los tratos que tenga serán devueltos,
será tal vez que el karma a comprado.
La torre negra (parte 1)
Viajábamos en dirección a la
Antártida, es un viaje que se hace en avión normalmente, sin embargo, y a pesar
de lo peligroso lo estábamos realizando en barco. Nuestro medio de transporte
era relativamente pequeño, reforzado para aguantar el oleaje y la temperatura
extrema, estaba hecho para esta expedición, al igual que nosotros, nacimos para
esto, aunque supongo que eso no era un tranquilizante a nuestros nervios. Al
principio reíamos y bromeábamos, pero todo el ambiente de alegría había
desaparecido a medida que nos fuimos alejando de la costa de Tierra del fuego,
nuestro clandestino centro de operaciones se encontraba en la zona más austral
de Chile, un lugar inhóspito al que sólo unos enfermos de la cabeza se les
ocurriría colonizar.
La noche era tan fría como se podía
esperar, las nubes cubrían parte del cielo y la luna iluminaba nuestro camino,
una luna llena gigante que parecía ser nuestra aliada. En el horizonte helado
podíamos ver nuestro destino, una columna gigante y oscura, al principio un
punto negro que destacaba en el mar azul oscuro, un punto que iba creciendo
desde el mar, a cada momento y en medio de la nada, como una flor en el
desierto.
El vaivén del barco se sincronizaba
con mi corazón, el aire salado invadía mi boca y el frío congelaba mis huesos a
pesar de la ropa térmica, sentía temor por lo que venía, sentía temor por la
vida de todos.
En un par de horas, la pequeña
columna era una inmensa torre, de unos 100 metros, oscura como la noche sin
estrellas e igual de desesperante, la luna en el cielo hacía brillar el mar y
el hielo al rededor de la torre.
No podíamos entrar por la puerta
principal si es que tenía alguna, no eramos precisamente bienvenidos, pero
gracias a los planos obtenidos por la anterior expedición sabíamos de un punto
débil, un lugar por el que podríamos invadir este místico y maldito lugar. La
misión era compleja, debíamos rescatar un objeto de un inmenso poder, capaz de
hacernos viajar en el tiempo se supone, no podía quedar en manos de estos
entes.
Los agrath eran algo así como
demonios, unos seres deformes malditos con un poder bestial y una inteligencia
tremenda, pero como hemos descubierto hasta el día de hoy, no infalible. En eso
nos basamos para incurrir en sus dominios.
La gente estaba agitada, nerviosa,
nuestro grupo era de 8 personas, siempre los grupos que hacen algo en contra de
los agarth deben ser de 8, por algún motivo este número genera cierto grado de
victoria en contra de estos seres o al menos, eso creímos haber entendido de
los textos antiguos encontrados en las ruinas de México. Muchas generaciones
han debido pasar para descubrir aspectos importantes de estos seres, muchos han
muerto y otros nadie sabe que les pasó, tal vez, un destino peor que la muerte
y aquí íbamos nosotros a enfrentarlos. El mágico artefacto que estábamos por
robar no había sido siempre de los agarth, según los textos antiguos es parte
de un grupo de artefactos trans-dimensionales que se materializan cada cierta
cantidad de años y que estos malditos seres sabían como, cuando y dónde iba a
aparecer por lo tanto lo obtuvieron. Ahora dependía de nosotros recuperarlo
antes que termine la luna llena o podrán usarlo y la raza humana desaparecer en
el olvido.
La barca se aceró hasta unos 2
metros de la gran torre, dentro de las debilidades descubiertas de los agarth
es que no son capaces de sentir la presencia de otros seres que no sean de su
raza, es por eso tal vez que los aborrecen tanto, al parecer solo al estar en
frente de alguien más pueden notarlo, son extraños, aún hay muchas cosas
imprecisas respecto a ellos, mucho que no se sabe y muchas mentiras en los
textos antiguos.
El diámetro de la maldita
estructura debía ser de unos 50 metros y la debilidad se encontraba según
sabíamos en el suroeste, por algún lugar del suroeste perfecto de la brújula.
Subimos algo así de 3 metros por la estructura rocosa y fría y comenzamos la búsqueda
del supuesto lugar, golpeando con martillos las paredes, el sonido no era
problema gracias a las olas. El frío y el miedo iba calando en nuestros
corazones y parecía que no íbamos a encontrar nunca la entrada, nuestras
esperanzas estaban a punto de desaparecer, la desesperación estaba llegando al
punto máximo de dolor mental y parecía que nuestros antecesores habían cometido
algún error. Mi mente se perdía, trataba de recordar algo positivo, algo que me
mantenga vivo sin lanzarme al agua fría. Entre las nubes de desesperación,
miedo y enfermedad aparecieron los ojos de ella, ojos cálidos, una mirada que
hacía que cualquier dolor valiera la pena, una mirada que no quería que
desaparezca en manos de estos demonios; recobré fuerzas y continué con más energía,
nuevas energías. Así estuve una medía hora, agarrado de los bordes rectos de la
edificación hasta que de pronto cedió un pequeño trozo, sentí alivio y más
miedo que nunca, sabía que ahora todo comenzaría realmente.
miércoles, 11 de diciembre de 2019
Caminar
Caminaba entre las sombras de una ciudad sobre poblada, caminaba sin parar ya que mi destino dependía de caminar, caminaba solo y sin compañía, sin destino, sin origen. Mi existencia no llamaba la atención de nadie, sólo pasaba entre la muchedumbre, nadie me notó jamás, nadie esperaba nada de mi. Caminé hasta que las piernas no me respondían y caí al suelo, caí entre la multitud a la que no le importaba y que seguía caminando al rededor de mi cuerpo inerte. Ya no caminaba, pero el mundo si lo hacía, toda la gente del mundo caminaba sobre mí, sin destino, sin origen, todos siguen caminando.
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