Estábamos entonces listos para
caminar por el espacio infinito de esta torre, nos llevamos unas linternas por
si eran necesarias, un hacha de mano y unas bengalas. Avanzamos cuidadosamente
por el gigantesco espacio vacío, se oía ligeramente el golpe de las olas contra
las paredes, pero además de eso no había otro sonido, ni siquiera el de
nuestras pisadas. Llegamos al primer umbral, era de unos dos metros de ancho,
en el borde me apoyé en la pared para observar hacia fuera, nada, todo vacío,
para saber si era normal o extraño no teníamos suficiente información, de la
torre sólo se sabía la locación, pero nadie jamás había entrado. Esto era
estúpido y arriesgado, pero no había otra alternativa, no había tiempo para
planear otra forma así que sólo quedaba la opción de arriesgarnos a todo por
todos. Mi mente estaba medio nublada, mi corazón muy agitado, creo que en ese
momento no podría haber articulado alguna palabra, estar en la inmensidad de
ese espacio era tan maravilloso como atemorizante, el silencio solo hacía que
mis pensamientos incoherentes resuenen más fuerte en mi cabeza, en cualquier
momento esperaba que llegara el final, un ejército de agarth y todo acabara,
pero nada de eso había ocurrido, al menos no aún. Pasamos del umbral, la
siguiente sala parecía echa de alguna madera, que la cubría desde el techo, que
se encontraba a unos 5 metros de altura, hasta el suelo que pisábamos, toqué el
suelo, se sentía como madera, pero no se veía una tabla, era todo lo hecho de
una pieza, lisa, sin relieves, como si nos encontráramos dentro del tronco de
un árbol más que gigante. En este lugar ya no se oía el golpe de las olas, por
lo tanto, considerábamos que estábamos acercándonos al centro de la torre,
nuevamente un espacio gigante, probablemente unos 30 metros de diámetro,
vacíos.
El vacío y la ausencia de ruido no
ayudaban a nadie, podía sentir los nervios de todos, el ambiente se estaba
volviendo tenso, nadie hablaba, sin embargo, se podía notar en los rostros,
incluso la aparición de un agarth podría darnos un poco más de tranquilidad,
hacernos sentir que estábamos en el lugar correcto, que no había una emboscada
esperándonos.
Laura, era una bióloga, estudiosa
de las criaturas marinas que habitaban climas fríos, se fue acercando a nuestra
investigación al darse cuenta de anomalías genéticas y conductuales de los
peces que habitaban cierta zona entre el continente y la Antártida, claramente
esa zona era exactamente la que rodeaba a esta torre, de alguna forma, influía
en los seres que se encontraban cerca, de tal forma que eran capaces de
modificar su ADN. Podía sentir su respiración jadeante cerca mío, mostraba al
menos ser la persona más nerviosa del grupo en este momento, a pesar de que
siempre había tenido una personalidad tranquila. Me tomó de los hombros y apoyó
su cabeza en mi espalda, al parecer buscaba calor humano y tranquilidad, traté
de mantenerme tranquilo, aunque su contacto me hacía querer estremecerme,
sentía la responsabilidad de ser el soporte de todos, aunque no era el líder de
nada, supongo que por ir en frente. A diferencia del salón anterior en este no
se veía una salida, estaba completamente cerrado, por lo tanto, solo atiné a
poner mi mano en la pared y recorrer el enorme salón. En eso estaba, a paso
lento y nervioso, mientras mi mano tocaba la lisa superficie y todos me miraban
nerviosos y extrañados y me seguían como hipnotizados por mis movimientos.
Cuando iba por la mitad del salón vacío sentí como si lo sólido se pusiera
viscoso, sin embargo, al quitar mi mano esta salía completamente limpia y sin
rastros de nada. Silenciosamente indiqué a mis compañeros acercarse y poner su
mano en el mismo lugar, todos sentíamos lo mismo. Esto era aún más inquietante,
la realidad al parecer podía ser transformada, si había ilusiones aquí nada
podía asegurar que no había más y que todo lo que estábamos viendo en este
momento eran solamente ilusiones. Se sintió nuevamente un aire de desesperación
recorrer todo el lugar, los rostros de todos se veían más y más intranquilos y
yo no tenía la fuerza mental para calmar a nadie si no podía siquiera calmarme
a mí mismo. En algún momento de mágica ventana de calma, observé a Laura,
estaba aún más intranquila y sabía que en cualquier momento podría cometer un
acto de locura, la tomé por los hombros y la sacudí fuerte, me miro con ojos desorbitados,
pero aún con algo de cordura, susurré. cálmate o moriremos ahora mismo; ese
susurro llegó a los oídos de todos y pareció tener un efecto positivo de alguna
forma, de a poco todos comenzaron a respirar menos agitados, nos sentamos a pensar
por un momento, llegamos a la conclusión que lo más lógico era continuar
palpando la pared por si existían más zonas de ilusión. Al final del paso por
todo el salón encontramos 3 zonas, lo más alejadas posibles la una de la otra,
podían ser algún tipo de portales, era lo más "lógico" como también
podía no ser nada o entrar y morir horriblemente, tantas y maravillosas
posibilidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario