lunes, 30 de diciembre de 2019

La torre negra (parte 3)

Desesperación, miedo, odio, recorrían nuestras mentes y nuestros cuerpos. Llevábamos tiempo discutiendo, tiempo que todos sabíamos que no teníamos, pensamos varias cosas, finalmente decidimos que entraríamos de a poco en la pared, comenzando por los objetos y luego con los cuerpos, era arriesgado, ni siquiera sabíamos si era posible que esas masas viscosas se podían atravesar, pero parecía lo más "lógico" en el momento.
Laura fue quien decidió hacerlo, creo que le ayudaba a calmarse, me pareció lo más correcto en el momento. Tomó el martillo y comenzó a introducirlo lentamente, según ella había una pequeña resistencia pero podía continuar, finalmente logró introducir el martillo completo exceptuando la parte por dónde ella lo tenía sujeto. Lo sacó lentamente y nos dimos cuenta que se encontraba en las mismas condiciones que antes de meterlo en la pared, decidimos hacer un nuevo ensayo, esta vez dejando el martillo dentro de la pared por un minuto; nuevamente el mismo resultado, el martillo salía completamente intacto, eso causó una especie de ansiedad en todos, era muy probable que estas cosas si sean portales a algún lugar. Ahora tocaba comenzar a introducir partes del cuerpo, nuevamente Laura decidió hacerlo, comenzó a introducir tímidamente un dedo, cuando lo hizo completamente dibujo una mueca en su rostro, como esperando algo diferente, con un poco más de rapidez su mano fue desapareciendo dentro de la pared ante nuestra mirada impaciente y preocupada -se siente igual, viscoso pero no duele, es un poco frío pero no extremo, es denso pero mi mano se puede mover con libertad, no se que es pero no hace daño.- Terminó de decir eso y metió completamente su mano, luego su antebrazo y así hasta llegar a su codo. -Nada.- dijo - Sigue la misma sensación.-
Vi en su rostro cierta impaciencia, así que le pedí que quite su brazo de la pared, al hacerlo notamos lo mismo que con el martillo, absolutamente nada fuera de lo común. Eso parecía que había generado algo de calma en todos, eso creía yo, pero no reparé en la mirada impaciente de Laura, aún no se calmaba, nunca se había calmado, realmente nunca pude adivinar que había en su cabeza, sólo la vi mirar hacia la pared y con un impulso saltar en su interior. Nadie fue capaz de detenerla, quedamos paralizados por unos diez segundos. El primero en reaccionar fue Alberto, era un hombre delgado y alto, tenía el cabello corto y rizado, sus ojos eran de un verde intenso, era realmente un tipo que uno llamaría apuesto y que durante toda la preparación del viaje conectó rápidamente con Laura. corrió tras ella, sin embargo, al tocar la pared no fue capas de traspasarla, la golpeó fuerte haciendo un ruido que se esparció por el salón y nos hizo reaccionar, lo tomamos por los hombros y lo sentamos en el suelo, el sonido podía delatarnos, no podíamos entrar en desesperación, era una muerte segura si llamábamos la atención de los agarth, aunque tampoco podíamos saber si la locura de Laura lo había hecho.
El tiempo estaba en nuestra contra, no teníamos idea que hacer ni como continuar, no sabíamos que había pasado con nuestra compañera o siquiera si estaba viva. Sentía un sudor frío en mi espalda y la intranquilidad propia de la presión por tomar una decisión insegura, vi a mis compañeros acercarse constantemente al lugar desde el que desapareció Laura, pero ahora se encontraba tan sólido como el resto de la pared. Quedaban otros dos lugares con la misma consistencia supuestamente, dos portales, tal vez o dos muertes seguras, a esta altura no teníamos idea, me acerqué al portal más cercano y puse mis manos sobre la pared, mi intranquilidad se aumentó y tal vez dejé escapar un pequeño grito, la pared era sólida, corrí al último portal y me encontré con lo mismo; estábamos atrapados sin poder avanzar, lo más sano en este punto parecía volver al barco e irnos para pensar en alguna estrategia o traer implemento que nos ayuden a adentrarnos más en la torre. Mis compañeros notaron mi intranquilidad y se acercaron a preguntar, al darles la noticia todos se pusieron tensos y comenzamos a discutir sobre la idea de irnos del lugar, sin embargo había un gran problema, si Laura no había muerto al entrar en la pared, era seguro que lo haría si la dejábamos en la torre.
Mientras discutíamos caminamos tal vez sin darnos cuenta hacia el umbral del que veníamos, acercándonos a la entrada improvisada que hicimos en la torre; en el momento que estábamos por cruzar el umbral ocurrió lo impensado, de la nada, casi al lado nuestro se abrió la pared del salón blanco, sin ruido ni destrozos, sólo se partió una parte de la muralla desde el suelo hasta el techo y se abrió rápidamente, por detrás de la abertura la luz era igual que en los salones que conocíamos, pero ahí, casi a unos 2 metros pudimos distinguir como entraban tres seres. Eran pequeños, probablemente no más de 1,2 metros, de grandes cabezas calvas y piel roja como la carne expuesta, sus ojos eran casi inexistentes y sus rostros deformes, no se podía distinguir bocas o nariz entre los pliegues de carne que tenían, eran delgados, de torsos rectangulares y de brazos y piernas como varillas de un árbol. Sólo la piel de sus cabezas estaba llena de pliegues  todo el  resto estaba muy estirada, tanto que parecía que se iba a romper en cualquier momento. Nos quedamos paralizados, la ansiedad e intranquilidad se transformó en un terror absoluto, mi respiración era jadeante y rápida, si continuaba así probablemente me desmayaría por una hiperventilación, de pronto sentí que me tiraban hacia atrás y entré nuevamente a la habitación de madera de un salto. ahí estaba frente a mi Miguel, mirándome fijamente a los ojos.

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