Otra ves ahí está la misma mariposa,
se posa en el marco de mi ventana cerrada y se queda aleteando como saludándome con alegría. Apareció por primera
ves hace un par de semanas, una noche había tenido una terrible pesadilla, lo único que recuerdo
de ese sueño es que grité por ayuda desesperado en un mar de sudor que me hizo despertar de golpe, ya era de mañana y
ahí estaba ella, la pequeña mariposa, su aparición de alguna forma me hizo
sentir tranquilo, a pesar de que su presencia no era más que una coincidencia – o al menos en
ese momento así lo creí .- pero sentí paz en mi corazón, sólo recordar la mariposa me hacía entrar en una especie de trance de alegría. Al día
siguiente sentí ya un poco de curiosidad al ver que la mariposa
estaba de nuevo en mi ventana, sé que no se había quedado ahí todo
el día pues ya había comprobado eso, por lo que mi asombro fue bastante
grande; así fueron días y días en los cuales la pequeña aparecía
en mi ventana luego de mi desesperado llamado en sueños. Con el paso del tiempo la fui sintiendo un poco más
mi amiga, una especie de madre protectora tal ves, la saludaba durante las mañanas y le platicaba acerca de
cualquier cosa, me hacía sentir bien ver esa pequeña y frágil
compañera que cuidaba de mis sueños, cada ves que tenía una
pesadilla se repetía lo mismo: pedía ayuda y ella aparecía, a
pesar de que siempre me pregunté que era lo que la hacía aparecer
en ese lugar preferí creer en la magia de que era el ser al que yo
había llamado para que me asista.
Así es como otra ves la veo, la
saludo, pero esta ves decidí hacer algo que no había hecho antes
por miedo a alejarla: me acerco a la ventana y la abro, para mi
asombro la pequeña no se aleja y al abrir la ventana entra en mi
habitación y vuela por sobre todo el lugar, su vuelo es simplemente
majestuoso, ahora realmente creo que hay algo fuera de lo común en
esta pequeña compañera que revolotea por el lugar y que
termina por esconderse detrás de mi armario,
prefiero dejarla ahí, supongo que sabe lo que hace, yo me retiro a
mi quehacer diario.
La noche vuelve a caer y no he visto a
mi amiga, creo que se ha retirado ya que le dejé la ventana
abierta para que no se sienta una prisionera. Me duermo y entro al mundo de los sueños, pero esta ves
y a diferencia de las otras veces puedo ver mi pesadilla; es una
enfermiza escena, me veo a mi mismo dormido y sobre mi hay una mariposa,
sí, una mariposa, pero no como mi amiga, esta es mucho más grande, negra
y con una especie de aguijón que clava en mi cráneo, puedo
sentir el dolor pero no puedo hacer nada, me siento petrificado, me
duelen los músculos y siento una jaqueca muy fuerte, es un sentir realmente
odioso, deseo gritar y no puedo; estoy congelado viendo como ese
monstruo entierra su aguijón en mí una y otra ves, succionando no se qué de mi cuerpo. Una luz fuerte sale de
detrás del armario, mi amiga que durante el día se había escondido aparece, más grande y majestuosa aún, con un aura
dorada que la rodea, su aparición hace al monstruo alejarse de mi; en un segundo ambos seres están volando de un lado hacia el otro por mi habitación, en el
ambiente se puede notar que se libra una feroz batalla aunque no las
he visto tener contacto entre ellas, hasta que en un momento se lanzan una contra la otra y al chocar toda la habitación se
ilumina por un blanca y enceguecedora luz que al desaparecer se lleva también a las dos criaturas, ya no
se siente ninguna de las dos presencias, no se irradia alegría ni
tristeza, no hay dolor, no hay nada, sólo la oscuridad de la habitación que
envuelve todo y no me permite ver.
A la mañana siguiente me despierto
un tanto trastornado aún por el sueño, mi amiga no está en la
ventana y no comprendo muy bien que pueda significar todo esto,
siento una tristeza que cubre mi corazón y me siento sobre mi cama a
llorar en silencio sin comprender muy bien el motivo, sólo hay algo
que me dice que las cosas han cambiado y que el sueño tal ves no
haya sido sólo un sueño. De pronto por la ventana veo entrar a una
pequeña mariposa dorada con puntos negros, las lágrimas dejan de caer y de la misma forma que no supe porque comencé a llorar, ahora sonrío ante esta pequeña que vuela por mi habitación y que luego, como despidiéndose, se posa en la ventana y se va para
siempre.
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