lunes, 7 de enero de 2013

Guardián de los sueños

Otra ves ahí está la misma mariposa, se posa en el marco de mi ventana cerrada y se queda aleteando como saludándome con alegría. Apareció por primera ves hace un par de semanas, una noche había tenido una terrible pesadilla, lo único que recuerdo de ese sueño es que grité por ayuda desesperado en un mar de sudor que me hizo despertar de golpe, ya era de mañana y ahí estaba ella, la pequeña mariposa, su aparición de alguna forma me hizo sentir tranquilo, a pesar de que su presencia no era más que una coincidencia – o al menos en ese momento así lo creí .- pero sentí paz en mi corazón, sólo recordar la mariposa me hacía entrar en una especie de trance de alegría. Al día siguiente sentí ya un poco de curiosidad al ver que la mariposa estaba de nuevo en mi ventana, sé que no se había quedado ahí todo el día pues ya había comprobado eso, por lo que mi asombro fue bastante grande; así fueron días y días en los cuales la pequeña aparecía en mi ventana luego de mi desesperado llamado en sueños. Con el paso del tiempo la fui sintiendo un poco más mi amiga, una especie de madre protectora tal ves, la saludaba durante las mañanas y le platicaba acerca de cualquier cosa, me hacía sentir bien ver esa pequeña y frágil compañera que cuidaba de mis sueños, cada ves que tenía una pesadilla se repetía lo mismo: pedía ayuda y ella aparecía, a pesar de que siempre me pregunté que era lo que la hacía aparecer en ese lugar preferí creer en la magia de que era el ser al que yo había llamado para que me asista.
Así es como otra ves la veo, la saludo, pero esta ves decidí hacer algo que no había hecho antes por miedo a alejarla: me acerco a la ventana y la abro, para mi asombro la pequeña no se aleja y al abrir la ventana entra en mi habitación y vuela por sobre todo el lugar, su vuelo es simplemente majestuoso, ahora realmente creo que hay algo fuera de lo común en esta pequeña compañera que revolotea por el lugar y que termina por esconderse detrás de mi armario, prefiero dejarla ahí, supongo que sabe lo que hace, yo me retiro a mi quehacer diario.
La noche vuelve a caer y no he visto a mi amiga, creo que se ha retirado ya que le dejé la ventana abierta para que no se sienta una prisionera. Me duermo y entro al mundo de los sueños, pero esta ves y a diferencia de las otras veces puedo ver mi pesadilla; es una enfermiza escena, me veo a mi mismo dormido y sobre mi hay una mariposa, sí, una mariposa, pero no como mi amiga, esta es mucho más grande, negra y con una especie de aguijón que clava en mi cráneo, puedo sentir el dolor pero no puedo hacer nada, me siento petrificado, me duelen los músculos y siento una jaqueca muy fuerte, es un sentir realmente odioso, deseo gritar y no puedo; estoy congelado viendo como ese monstruo entierra su aguijón en mí una y otra ves, succionando no se qué de mi cuerpo. Una luz fuerte sale de detrás del armario, mi amiga que durante el día se había escondido aparece, más grande y majestuosa aún, con un aura dorada que la rodea, su aparición hace al monstruo alejarse de mi; en un segundo ambos seres están volando de un lado hacia el otro por mi habitación, en el ambiente se puede notar que se libra una feroz batalla aunque no las he visto tener contacto entre ellas, hasta que en un momento se lanzan una contra la otra y al chocar toda la habitación se ilumina por un blanca  y enceguecedora luz que al desaparecer se lleva también a las dos criaturas, ya no se siente ninguna de las dos presencias, no se irradia alegría ni tristeza, no hay dolor, no hay nada, sólo la oscuridad de la habitación que envuelve todo y no me permite ver. 
A la mañana siguiente me despierto un tanto trastornado aún por el sueño, mi amiga no está en la ventana y no comprendo muy bien que pueda significar todo esto, siento una tristeza que cubre mi corazón y me siento sobre mi cama a llorar en silencio sin comprender muy bien el motivo, sólo hay algo que me dice que las cosas han cambiado y que el sueño tal ves no haya sido sólo un sueño. De pronto por la ventana veo entrar a una pequeña mariposa dorada con puntos negros, las lágrimas dejan de caer y de la misma forma que no supe porque comencé a llorar, ahora sonrío ante esta pequeña que vuela por mi habitación y que luego, como despidiéndose, se posa en la ventana y se va para siempre.

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