Aullando a la luna
me perdí por completo de la noche,
guardé en un bolso antiguo mis secretos
y lo lancé hacia las estrellas para quemar mis temores;
pero los temores volvieron,
mientras yo seguía aullando a la luna
tu me abandonaste en la brillante oscuridad
de esa noche de san Juan,
cuando los muertos caminaban por la ciudad
disfrazados de bohemios,
ahí cuando fui tocado por una alma perdida
y sacado de mi transe idiota
me di cuenta de tu ausencia,
sin lágrimas sobre mi rostro
caminé junto a las otras almas perdidas en el limbo,
bebimos durante el resto de la noche,
cantamos antiguas canciones,
más antiguas que la misma humanidad
mientras yo, olvidaba quien era antes de esa noche;
y al amanecer del día
no había nadie disfrazado.
Aún no recuerdo quién soy,
no se cual es mi historia,
tu rostro es un fantasma olvidado
sin pena en mis palabras
viajo junto al viento,
no soy más que polvo y cenizas.
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