sábado, 18 de julio de 2020

Camino a casa

Decidí caminar por el viejo camino, el camino olvidado hace tiempo, en este pueblo las cosas aún son tranquilas y el crimen no es algo muy común, casi nunca pasa nada, no recuerdo haber oído sobre algún asesinato aquí en toda mi vida, así que tomar caminos antiguos y solitarios no era nada del otro mundo, no había ningún peligro.
Era una antigua vía del tren, de aquellos años en que las cosas se transportaban por estos interminables caminos de hierro, pero que ahora no son más que parte del patrimonio de nuestra localidad, una historia tan antigua y aburrida como el mismo pueblo.
Debía caminar un largo trayecto, las zonas rurales son así, era algo como una hora para llegar a la porción de terreno que le pertenecía a mis padres y que me ha visto crecer toda mi vida, un lindo lugar con vista al lago, un lugar tranquilo y hermoso para un retiro espiritual, terrible para una vida completa. Es extraño que todos dicen querer una vida en un lugar tranquilo y aún así creamos ciudades caóticas y llenas de ruido del que nadie escapa, todo lo contrario, la gente va desde esta utópica tranquilidad a buscar los motivos de la vida en el caos de concreto. Decimos que queremos esta apacible vida de campo, pero la realidad es que sabemos que la vida tranquila es vacía, necesitamos del caos para crecer, para marcar el mundo y que nuestras existencias tengan sentido, todos queremos ser recordados y marcar nuestro nombre en el mundo, aunque solo unos elegidos tienen la fuerza y el valor para  hacerlo. Yo no pertenezco a ese grupo de élite, nunca tuve el valor de dejar este apacible lugar, el miedo fue más grande, supongo que tampoco está mal elegir pasar sin penas ni gloria, es mi vida y mi elección, no me interesa descubrir los grandes misterios de la vida, ni ser reconocido con fama mundial, no me interesan ni los lujos ni el dinero, o tal vez si me interesan, pero me da miedo arriesgarlo todo para poder conseguirlos, sea como sea, las cosas ya están hechas y la vida me vivió a mi más de lo que yo la viví a ella. Ahora es tarde para arrepentirse, las cosas no están mal, nunca están mal, por lo mismo nunca son buenas realmente, vidas tranquilas y aburridas, paisajes tranquilos y aburridos, es como una viva pintura de la creación, no ha cambiado en 30 años. El camino de metal llegaba hasta el horizonte, estaba rodeado completamente por el verde de los arbustos y árboles nativos, un camino perdido dentro de un bosque, rodeado por la magia que se manifiesta en lo real.
Me siento como estos árboles, vivo e inmóvil, aunque parece que yo camino, realmente no me muevo a ningún lugar, soy igual a ellos, parte del paisaje, creciendo, envejeciendo y pronto muriendo como ellos. Decidí fundirme un poco entre estos seres antes de continuar mi viaje que estaba probablemente en la mitad.
Me senté bajo la sombra de un gran árbol y acomodé mi cuerpo en la firmeza de su tronco, me sentí abrazado y protegido, no tengo muchos amigos, no tengo mucha gente que me genere el consuelo que me dan los árboles, tal vez, porque soy más parte de estas plantas que de la especie a la que se supone represento.
Dormí por unos cuantos minutos, tal vez unos 10 y me despertó un movimiento extraño, parecía un temblor, pero se fue haciendo cada vez más fuerte, me sentía aletargado y confundido por lo que me puse de pié para estar más alerta, mientras tanto el temblor aumentaba en intensidad y un rugido se escuchaba a lo lejos ¿Es acaso algún ser demoníaco que viene por mi alma? ¿será que seré castigado por algún ente etéreo por haber sido tan pasivo durante mi vida? ¿será que mis pecados escondidos y enterrados no fueron escondidos a ojos omniscientes y llegó la hora de mi juicio? El sonido se hacía más fuerte junto con el temblor que traía consigo y mis sentidos comenzaron a temer, el miedo crecía junto con la pronta llegada de los viles seres que devorarían mi alma en unos instantes. Sentía seca la boca y temblorosas las piernas, era un cobarde, siempre lo había sido, no podría pelear contra nada que sea que me estaba asechando. Ya estaba casi entregado y a punto de caer sobre mis rodillas cuando alguna especie de chispa nació desde mi corazón, al parecer mi insignificante vida quería continuar aunque mi voluntad consciente decía que no valía la pena. Mis piernas recobraron firmeza, tal vez era la energía de los árboles protegiendo a uno de lo suyos, no lo se, pero corrí, corrí con todas mis fuerzas lo más rápido posible aunque el temblor se hacía cada vez más fuerte, corrí hacia el horizonte de las vías del tren. Corrí sin mirar atrás, pero no parecía tener ningún efecto, mis pies vibraban y el rugido era ensordecedor, usé mis última fuerzas para armarme de valor y mirar atrás, al parecer siempre estuve equivocado, pero ya era muy tarde.

viernes, 17 de julio de 2020

Humo por la ventana

Es en la noche, cuando todo parece estar en calma que los demonios nos atormentan. Es el ambiente perfecto para asechar, el silencio, la oscuridad y la soledad generan el escenario para que nuestras mentes sean carcomidas por los diferentes seres infernales que alberga nuestro cerebro. Dentro de todos el peor es el que tiene la cara del pasado, los errores cometidos, cada día que pasa hace crecer mas a este demonio que le encanta reír, y esa risa es lo único que necesita para destruir un sueño placentero, no mata pero hiere y abre el camino para sus compañeros. Otra noche mas, otro café mas para no perder mi insomnio, otro cigarro mas que hace volar su humo por la ventana abierta, me gusta sentir el frió nocturno en la cara y ver las luces de la ciudad que contrastan con el negro del ambiente. Me sentía esa noche especialmente melancólico, supongo que alimenté mis demonios.por demasiado tiempo y ya estaban bien crecidos como para comerme. Los libros ya no me saciaba, la música no me conmovía y parecía que la única compañía que no se aburre de mi era la soledad. Decidí dejar de observar la noche y vivirla, ese fue tal vez el gran error, pero tal vez era inevitable, en retrospectiva, creo que ya estaba todo escrito.
La noche estaba esperándome, la ciudad brillaba con luces artificiales, y la brisa era fría y refrescante, el cielo era hermoso como solo el infinito puede serlo, las brillantes estrellas guiaban mi camino sin rumbo. Camine por largo tiempo y los demonios que estuvieron de a poco materializándose se hicieron sentir. El miedo a lo desconocido y a cada sombra que veía, cada árbol y cada risa era ahora mas tenebrosa, la ciudad de noche no está dormida, las ciudades nunca se duermen por completo. Pero el pasado estaba ahí, mis errores, mis mentiras, mis desilusiones, ¿como hice para terminar solo y alquilando una pieza pequeña en la que solo mi cama, mis libros, mi café, mis cigarros y mi soledad caben? ¿no era acaso la gran esperanza de una familia triste y pobre? Me perdí hacía demasiado en mi tristeza y no pude salir. Un error fatal me hizo caer, un error o una persona, un alma celestial del infierno, el mejor alimento de mis demonios, mi peor error jamas enmendado.
Doblé en una esquina funesta nada especial, mientras mi mente seguía luchando contra los demonios, aun no me quería dejar consumir, tal vez me quedaba esperanza, no lo se, no recuerdo todo. Solo los ojos de los demonios, el asecho en su aliento agitado y sus palabras en idiomas extraños que no fui capaz de entender. Recuerdo al demonio mas grande, el padre de todos, el pasado mismo, el que abrió el camino para todos, el que manda y dirige, recuerdo también lo que yo sentí, este era el momento de acabar con todo, después de esta noche uno de nosotros abandonaría la existencia.
Mi boca estaba seca y mis oídos tapados a su idioma de inframundo, creí que me paralizaría pero no fue así, tal vez no había sido abandonado por el creador, tal vez mi vida aún no debía acabar o tal vez solo quería venganza en contra del ser responsable de mis pesares. Sea lo que fuese, recuerdo mis músculos tensarse hasta un punto máximo, recuerdo que antes que la orden termine de darse tenía mis manos sobre el maldito, apreté fuerte y rápido, creía que los demonios no podían ser atacados por manos mortales, menos morir por un par de ellas, pero rápidamente este demonio dejó nuestro plano y los demás escaparon para nunca mas volver.
Me liberé en esa mágica noche de todos mis males, volví a mi casa tranquilo y con la mente serena y en blanco, no podía y no quería pensar, al menos hasta la próxima noche. Tal vez los demonios vuelvan algún día, tal vez en otras formas y con otras caras y volveré a lanzarlos al infierno si eso pasa, por ahora solo queda dormir.

lunes, 30 de diciembre de 2019

La torre negra (parte 3)

Desesperación, miedo, odio, recorrían nuestras mentes y nuestros cuerpos. Llevábamos tiempo discutiendo, tiempo que todos sabíamos que no teníamos, pensamos varias cosas, finalmente decidimos que entraríamos de a poco en la pared, comenzando por los objetos y luego con los cuerpos, era arriesgado, ni siquiera sabíamos si era posible que esas masas viscosas se podían atravesar, pero parecía lo más "lógico" en el momento.
Laura fue quien decidió hacerlo, creo que le ayudaba a calmarse, me pareció lo más correcto en el momento. Tomó el martillo y comenzó a introducirlo lentamente, según ella había una pequeña resistencia pero podía continuar, finalmente logró introducir el martillo completo exceptuando la parte por dónde ella lo tenía sujeto. Lo sacó lentamente y nos dimos cuenta que se encontraba en las mismas condiciones que antes de meterlo en la pared, decidimos hacer un nuevo ensayo, esta vez dejando el martillo dentro de la pared por un minuto; nuevamente el mismo resultado, el martillo salía completamente intacto, eso causó una especie de ansiedad en todos, era muy probable que estas cosas si sean portales a algún lugar. Ahora tocaba comenzar a introducir partes del cuerpo, nuevamente Laura decidió hacerlo, comenzó a introducir tímidamente un dedo, cuando lo hizo completamente dibujo una mueca en su rostro, como esperando algo diferente, con un poco más de rapidez su mano fue desapareciendo dentro de la pared ante nuestra mirada impaciente y preocupada -se siente igual, viscoso pero no duele, es un poco frío pero no extremo, es denso pero mi mano se puede mover con libertad, no se que es pero no hace daño.- Terminó de decir eso y metió completamente su mano, luego su antebrazo y así hasta llegar a su codo. -Nada.- dijo - Sigue la misma sensación.-
Vi en su rostro cierta impaciencia, así que le pedí que quite su brazo de la pared, al hacerlo notamos lo mismo que con el martillo, absolutamente nada fuera de lo común. Eso parecía que había generado algo de calma en todos, eso creía yo, pero no reparé en la mirada impaciente de Laura, aún no se calmaba, nunca se había calmado, realmente nunca pude adivinar que había en su cabeza, sólo la vi mirar hacia la pared y con un impulso saltar en su interior. Nadie fue capaz de detenerla, quedamos paralizados por unos diez segundos. El primero en reaccionar fue Alberto, era un hombre delgado y alto, tenía el cabello corto y rizado, sus ojos eran de un verde intenso, era realmente un tipo que uno llamaría apuesto y que durante toda la preparación del viaje conectó rápidamente con Laura. corrió tras ella, sin embargo, al tocar la pared no fue capas de traspasarla, la golpeó fuerte haciendo un ruido que se esparció por el salón y nos hizo reaccionar, lo tomamos por los hombros y lo sentamos en el suelo, el sonido podía delatarnos, no podíamos entrar en desesperación, era una muerte segura si llamábamos la atención de los agarth, aunque tampoco podíamos saber si la locura de Laura lo había hecho.
El tiempo estaba en nuestra contra, no teníamos idea que hacer ni como continuar, no sabíamos que había pasado con nuestra compañera o siquiera si estaba viva. Sentía un sudor frío en mi espalda y la intranquilidad propia de la presión por tomar una decisión insegura, vi a mis compañeros acercarse constantemente al lugar desde el que desapareció Laura, pero ahora se encontraba tan sólido como el resto de la pared. Quedaban otros dos lugares con la misma consistencia supuestamente, dos portales, tal vez o dos muertes seguras, a esta altura no teníamos idea, me acerqué al portal más cercano y puse mis manos sobre la pared, mi intranquilidad se aumentó y tal vez dejé escapar un pequeño grito, la pared era sólida, corrí al último portal y me encontré con lo mismo; estábamos atrapados sin poder avanzar, lo más sano en este punto parecía volver al barco e irnos para pensar en alguna estrategia o traer implemento que nos ayuden a adentrarnos más en la torre. Mis compañeros notaron mi intranquilidad y se acercaron a preguntar, al darles la noticia todos se pusieron tensos y comenzamos a discutir sobre la idea de irnos del lugar, sin embargo había un gran problema, si Laura no había muerto al entrar en la pared, era seguro que lo haría si la dejábamos en la torre.
Mientras discutíamos caminamos tal vez sin darnos cuenta hacia el umbral del que veníamos, acercándonos a la entrada improvisada que hicimos en la torre; en el momento que estábamos por cruzar el umbral ocurrió lo impensado, de la nada, casi al lado nuestro se abrió la pared del salón blanco, sin ruido ni destrozos, sólo se partió una parte de la muralla desde el suelo hasta el techo y se abrió rápidamente, por detrás de la abertura la luz era igual que en los salones que conocíamos, pero ahí, casi a unos 2 metros pudimos distinguir como entraban tres seres. Eran pequeños, probablemente no más de 1,2 metros, de grandes cabezas calvas y piel roja como la carne expuesta, sus ojos eran casi inexistentes y sus rostros deformes, no se podía distinguir bocas o nariz entre los pliegues de carne que tenían, eran delgados, de torsos rectangulares y de brazos y piernas como varillas de un árbol. Sólo la piel de sus cabezas estaba llena de pliegues  todo el  resto estaba muy estirada, tanto que parecía que se iba a romper en cualquier momento. Nos quedamos paralizados, la ansiedad e intranquilidad se transformó en un terror absoluto, mi respiración era jadeante y rápida, si continuaba así probablemente me desmayaría por una hiperventilación, de pronto sentí que me tiraban hacia atrás y entré nuevamente a la habitación de madera de un salto. ahí estaba frente a mi Miguel, mirándome fijamente a los ojos.

miércoles, 18 de diciembre de 2019

La torre negra (parte 2)


 Abrimos lentamente el agujero, observando si habían agarth en el lugar, casi como si fuera premeditado no había nada, el espacio estaba iluminado por alguna fuente que no lograba distinguir, no parecía luz eléctrica ni de fuego, pero era una luz fuerte que se metía en todos los rincones. El espacio estaba vacío, tenía un piso que parecía mármol o piedra muy pulida, con cuidado continuamos agrandando el agujero hasta que lográbamos entrar por el. Así lo hicimos y yo fui el primero que se introdujo, era más cálido adentro, tanto que sentí fuerte calor, necesitábamos deshacernos de las ropas que traíamos, pero dejarlas simplemente tiradas era demasiado peligroso, lo mismo que dejar abierto el agujero, entraba demasiado viento frío, muy obvio. mientras iban entrando todos, discutimos como solucionaríamos este problema; la solución elegida fue que uno se debía quedar a tapar el agujero desde afuera lo máximo posible, utilizando más partes de la misma torre, como también guardar la ropa de todos. Fue Hernán finalmente el elegido para quedarse, si bien podía ser muy útil por su tamaño y fuerza, difícilmente podríamos pelear contra un agarth y nos servía más su fuerza para romper y armar el parche de la entrada.
Estábamos entonces listos para caminar por el espacio infinito de esta torre, nos llevamos unas linternas por si eran necesarias, un hacha de mano y unas bengalas. Avanzamos cuidadosamente por el gigantesco espacio vacío, se oía ligeramente el golpe de las olas contra las paredes, pero además de eso no había otro sonido, ni siquiera el de nuestras pisadas. Llegamos al primer umbral, era de unos dos metros de ancho, en el borde me apoyé en la pared para observar hacia fuera, nada, todo vacío, para saber si era normal o extraño no teníamos suficiente información, de la torre sólo se sabía la locación, pero nadie jamás había entrado. Esto era estúpido y arriesgado, pero no había otra alternativa, no había tiempo para planear otra forma así que sólo quedaba la opción de arriesgarnos a todo por todos. Mi mente estaba medio nublada, mi corazón muy agitado, creo que en ese momento no podría haber articulado alguna palabra, estar en la inmensidad de ese espacio era tan maravilloso como atemorizante, el silencio solo hacía que mis pensamientos incoherentes resuenen más fuerte en mi cabeza, en cualquier momento esperaba que llegara el final, un ejército de agarth y todo acabara, pero nada de eso había ocurrido, al menos no aún. Pasamos del umbral, la siguiente sala parecía echa de alguna madera, que la cubría desde el techo, que se encontraba a unos 5 metros de altura, hasta el suelo que pisábamos, toqué el suelo, se sentía como madera, pero no se veía una tabla, era todo lo hecho de una pieza, lisa, sin relieves, como si nos encontráramos dentro del tronco de un árbol más que gigante. En este lugar ya no se oía el golpe de las olas, por lo tanto, considerábamos que estábamos acercándonos al centro de la torre, nuevamente un espacio gigante, probablemente unos 30 metros de diámetro, vacíos.
El vacío y la ausencia de ruido no ayudaban a nadie, podía sentir los nervios de todos, el ambiente se estaba volviendo tenso, nadie hablaba, sin embargo, se podía notar en los rostros, incluso la aparición de un agarth podría darnos un poco más de tranquilidad, hacernos sentir que estábamos en el lugar correcto, que no había una emboscada esperándonos.
Laura, era una bióloga, estudiosa de las criaturas marinas que habitaban climas fríos, se fue acercando a nuestra investigación al darse cuenta de anomalías genéticas y conductuales de los peces que habitaban cierta zona entre el continente y la Antártida, claramente esa zona era exactamente la que rodeaba a esta torre, de alguna forma, influía en los seres que se encontraban cerca, de tal forma que eran capaces de modificar su ADN. Podía sentir su respiración jadeante cerca mío, mostraba al menos ser la persona más nerviosa del grupo en este momento, a pesar de que siempre había tenido una personalidad tranquila. Me tomó de los hombros y apoyó su cabeza en mi espalda, al parecer buscaba calor humano y tranquilidad, traté de mantenerme tranquilo, aunque su contacto me hacía querer estremecerme, sentía la responsabilidad de ser el soporte de todos, aunque no era el líder de nada, supongo que por ir en frente. A diferencia del salón anterior en este no se veía una salida, estaba completamente cerrado, por lo tanto, solo atiné a poner mi mano en la pared y recorrer el enorme salón. En eso estaba, a paso lento y nervioso, mientras mi mano tocaba la lisa superficie y todos me miraban nerviosos y extrañados y me seguían como hipnotizados por mis movimientos. Cuando iba por la mitad del salón vacío sentí como si lo sólido se pusiera viscoso, sin embargo, al quitar mi mano esta salía completamente limpia y sin rastros de nada. Silenciosamente indiqué a mis compañeros acercarse y poner su mano en el mismo lugar, todos sentíamos lo mismo. Esto era aún más inquietante, la realidad al parecer podía ser transformada, si había ilusiones aquí nada podía asegurar que no había más y que todo lo que estábamos viendo en este momento eran solamente ilusiones. Se sintió nuevamente un aire de desesperación recorrer todo el lugar, los rostros de todos se veían más y más intranquilos y yo no tenía la fuerza mental para calmar a nadie si no podía siquiera calmarme a mí mismo. En algún momento de mágica ventana de calma, observé a Laura, estaba aún más intranquila y sabía que en cualquier momento podría cometer un acto de locura, la tomé por los hombros y la sacudí fuerte, me miro con ojos desorbitados, pero aún con algo de cordura, susurré. cálmate o moriremos ahora mismo; ese susurro llegó a los oídos de todos y pareció tener un efecto positivo de alguna forma, de a poco todos comenzaron a respirar menos agitados, nos sentamos a pensar por un momento, llegamos a la conclusión que lo más lógico era continuar palpando la pared por si existían más zonas de ilusión. Al final del paso por todo el salón encontramos 3 zonas, lo más alejadas posibles la una de la otra, podían ser algún tipo de portales, era lo más "lógico" como también podía no ser nada o entrar y morir horriblemente, tantas y maravillosas posibilidades.

jueves, 12 de diciembre de 2019

Compra y venta

vendo señores, vendo mi alma
mi orgullo lo regalo a los perros,
vendo señores, mi espíritu y lucha,
pues ya regalé mis amables palabras

Usted señor, a adquirido un gran producto
pero debe pagar señor,
pues las palabras se las lleva el viento,
no soy su perro ni su esclavo, usted tiene mi silencio.

Pero la vida señor, es un producto delicado;
la calma señor, lo es aún más,
así que no agite las aguas,
y que el viento sea solo una brisa,
pues no querrá que todo se esfume en sus ojos.

Y cuidado señor que no hay devolución,
cuidado señor con el trato que tiene con su adquisición,
pues los tratos que tenga serán devueltos,
será tal vez que el karma a comprado.

La torre negra (parte 1)


Viajábamos en dirección a la Antártida, es un viaje que se hace en avión normalmente, sin embargo, y a pesar de lo peligroso lo estábamos realizando en barco. Nuestro medio de transporte era relativamente pequeño, reforzado para aguantar el oleaje y la temperatura extrema, estaba hecho para esta expedición, al igual que nosotros, nacimos para esto, aunque supongo que eso no era un tranquilizante a nuestros nervios. Al principio reíamos y bromeábamos, pero todo el ambiente de alegría había desaparecido a medida que nos fuimos alejando de la costa de Tierra del fuego, nuestro clandestino centro de operaciones se encontraba en la zona más austral de Chile, un lugar inhóspito al que sólo unos enfermos de la cabeza se les ocurriría colonizar.
La noche era tan fría como se podía esperar, las nubes cubrían parte del cielo y la luna iluminaba nuestro camino, una luna llena gigante que parecía ser nuestra aliada. En el horizonte helado podíamos ver nuestro destino, una columna gigante y oscura, al principio un punto negro que destacaba en el mar azul oscuro, un punto que iba creciendo desde el mar, a cada momento y en medio de la nada, como una flor en el desierto.
El vaivén del barco se sincronizaba con mi corazón, el aire salado invadía mi boca y el frío congelaba mis huesos a pesar de la ropa térmica, sentía temor por lo que venía, sentía temor por la vida de todos.
En un par de horas, la pequeña columna era una inmensa torre, de unos 100 metros, oscura como la noche sin estrellas e igual de desesperante, la luna en el cielo hacía brillar el mar y el hielo al rededor de la torre.
No podíamos entrar por la puerta principal si es que tenía alguna, no eramos precisamente bienvenidos, pero gracias a los planos obtenidos por la anterior expedición sabíamos de un punto débil, un lugar por el que podríamos invadir este místico y maldito lugar. La misión era compleja, debíamos rescatar un objeto de un inmenso poder, capaz de hacernos viajar en el tiempo se supone, no podía quedar en manos de estos entes.
Los agrath eran algo así como demonios, unos seres deformes malditos con un poder bestial y una inteligencia tremenda, pero como hemos descubierto hasta el día de hoy, no infalible. En eso nos basamos para incurrir en sus dominios.
La gente estaba agitada, nerviosa, nuestro grupo era de 8 personas, siempre los grupos que hacen algo en contra de los agarth deben ser de 8, por algún motivo este número genera cierto grado de victoria en contra de estos seres o al menos, eso creímos haber entendido de los textos antiguos encontrados en las ruinas de México. Muchas generaciones han debido pasar para descubrir aspectos importantes de estos seres, muchos han muerto y otros nadie sabe que les pasó, tal vez, un destino peor que la muerte y aquí íbamos nosotros a enfrentarlos. El mágico artefacto que estábamos por robar no había sido siempre de los agarth, según los textos antiguos es parte de un grupo de artefactos trans-dimensionales que se materializan cada cierta cantidad de años y que estos malditos seres sabían como, cuando y dónde iba a aparecer por lo tanto lo obtuvieron. Ahora dependía de nosotros recuperarlo antes que termine la luna llena o podrán usarlo y la raza humana desaparecer en el olvido.
La barca se aceró hasta unos 2 metros de la gran torre, dentro de las debilidades descubiertas de los agarth es que no son capaces de sentir la presencia de otros seres que no sean de su raza, es por eso tal vez que los aborrecen tanto, al parecer solo al estar en frente de alguien más pueden notarlo, son extraños, aún hay muchas cosas imprecisas respecto a ellos, mucho que no se sabe y muchas mentiras en los textos antiguos.
El diámetro de la maldita estructura debía ser de unos 50 metros y la debilidad se encontraba según sabíamos en el suroeste, por algún lugar del suroeste perfecto de la brújula. Subimos algo así de 3 metros por la estructura rocosa y fría y comenzamos la búsqueda del supuesto lugar, golpeando con martillos las paredes, el sonido no era problema gracias a las olas. El frío y el miedo iba calando en nuestros corazones y parecía que no íbamos a encontrar nunca la entrada, nuestras esperanzas estaban a punto de desaparecer, la desesperación estaba llegando al punto máximo de dolor mental y parecía que nuestros antecesores habían cometido algún error. Mi mente se perdía, trataba de recordar algo positivo, algo que me mantenga vivo sin lanzarme al agua fría. Entre las nubes de desesperación, miedo y enfermedad aparecieron los ojos de ella, ojos cálidos, una mirada que hacía que cualquier dolor valiera la pena, una mirada que no quería que desaparezca en manos de estos demonios; recobré fuerzas y continué con más energía, nuevas energías. Así estuve una medía hora, agarrado de los bordes rectos de la edificación hasta que de pronto cedió un pequeño trozo, sentí alivio y más miedo que nunca, sabía que ahora todo comenzaría realmente.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Caminar

Caminaba entre las sombras de una ciudad sobre poblada, caminaba sin parar ya que mi destino dependía de caminar, caminaba solo y sin compañía, sin destino, sin origen. Mi existencia no llamaba la atención de nadie, sólo pasaba entre la muchedumbre, nadie me notó jamás, nadie esperaba nada de mi. Caminé hasta que las piernas no me respondían y caí al suelo, caí entre la multitud a la que no le importaba y que seguía caminando al rededor de mi cuerpo inerte. Ya no caminaba, pero el mundo si lo hacía, toda la gente del mundo caminaba sobre mí, sin destino, sin origen, todos siguen caminando.