-Ven rápido por favor.- Una figura oscura bajó las escaleras, alto y delgado con una ligera pero notoria cojera en la pierna derecha. -Si, maestro.-
-Necesito que me hagas un encargo, esta vez el asunto es bastante complicado, pero creo que ya esta en las condiciones necesarias para cumplirlo.-
-Usted habla y yo obedezco.-
-lo sé, lo sé.- rió estrepitosamente el hombre del báculo, llegando al punto de atorarse con una grotesca tos que hizo que el otro ser le alcanzara una silla para que repose. -Gracias, gracias, bueno te voy a decir lo que debes hacer, así que escucha muy bien...-
La estación de trenes se encontraba llena y la gente abordó los vagones con la acostumbrada tranquilidad. Un hombre de rasgos y modales distinguidos sentado en primera categoría observa el movimiento de las personas, cuando una joven dama entra en el mismo bagón. - Buenas tardes señor, ¿le importa si me siento?.-
-La compañía de una bella dama sólo alegra el viaje de un solitario caballero.-
-Es usted muy amable.-
-Bueno, póngase cómoda.- dijo el hombre mientras se paraba y besaba la mano de la mujer. -Yo soy Edmond Keiser.- luego de presentarse volvió a sentarse en el mismo lugar dónde estaba
-Un gusto en conocerle, me puede llamar Marie.-
-¿y es acaso Marie, que usted no tiene un apellido?, ¿o es que no soy digno de saberlo?.-
-Nada de eso, es solo que no posee ninguna relevancia.- dijo la mujer mientras se acomodaba, a lo que Edmond respondió ayudándole con el equipaje.
Ambos se sentaron y el hombre retomo su lectura concentrada sin prestar mayor atención a la mujer desde ese entonces.
-Digame señor, que lee usted con tanto afán?, si es que puedo desconcentrarlo un momento.-
-Frankenstein, señorita.- respondio regalando una sincera sonriza.
-¿es usted un amante de las novelas de terror?.-
-No precisamente, pero esta novela me encanta, pues me hace sentir muy identificado.-
-Ya veo, ¿es usted también un científico como el doctor frankenstein?.-
-Oh no, quien me identifica es el monstruo.- dijo el hombre en tono grave.
-No me puedo creer que un hombre tan apuesto y de modales tan refinados se identifique con un monstruo horripilante y malvado.- al terminar de hablar, la mujer se sonrojó debido a sus palabras.- Oh, disculpe, creo haber hablado de más.
-Para nada.- Respondió con calma el hombre.- Recibir un cumplido de una dama como usted es realmente un honor, pero mi señorita, claro que un hombre se puede identificar con el desafortunado monstruo y como no, si comparto con él el mismo destino de soledad eterna y todos mis actos esperan a una compañera que comparta mi situación y poder por fin estar en paz y controlar mi turbación mental.-
-¿Como puede ser eso posible?¿Acaso no hay alguna mujer esperando por su regreso en algún lugar?.-
-Me temo que no, ni siquiera hay algún amigo que consuele mis lamentos acompañándome una copa.-
-Que tristeza escuchar tales palabras, pero aún no encuentro una explicación, a menos que usted sea un vil maleante no veo porque su destino es tan solitario.-
-Así ha sido siempre, desde que tengo memoria, por eso me siento tanreflejado en el monstruo.-
-Que triste destino, pero recuerde que no se sabe que es lo que nos depara el destino.-
-Muchas gracias señorita Marie, pero cambiemos de tema mejor, digame ¿hacia dónde se dirige?.-
-voy hacia Rumanía, hay una investigación que estoy realizando y le ruego que me entienda en que no puedo revelar de que trata esta.-
-Claro que entiendo y me alegra que usted valla a tan lejanas tierras, pues yo también me dirijo hacia allá.-
mmm..lo lamento, pero siendo muy sincero, este texto detuvo mis ganas de seguir, no niego que tiene su forma, pero el dialogo es muy, como decirlo, meloso e irreal para una conversación que sucedería entre dos personas, inclusive en un tiempo que observo siglo XIX, hablar del destino, por así decirlo, no es algo que uno cuente a primeras con alguien, no lo sentí nada cercano. Seguiré leyendo otros, haber que me encuentro.
ResponderEliminarsuerte
tiene razón mi amigo, gracias por la crítica, de todas formas, ahora comenzaré a realizar una edición general de todo lo que he escrito
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