Los vagones del tren se movían rápidamente y sin detenerse frente al hermoso paisaje que recorría inmutable en la fría mañana de otoño, su trayecto ya llevaba dos semanas desde su partida.-Has hecho de estas semanas, las únicas que podría llamar vida.-
-Eres una dulzura Edmond mío.- la mujer besó tiernamente el pecho blanco y desnudo del hombre.
-La única dulzura aquí eres tú mi bella, te has transformado en mi razón más grande para mantenerme con vida y seguir respirando, pero el destino cruel y amargo sólo me hace sentir más pesar por el futuro que se acerca.-
-¿A que te refieres querido?.-
-Sabes muy bien que en unas pocas semanas todo este hermoso sueño se acabará y tendré que bajar del tren para cumplir con lo que tengo que hacer, luego de eso no nos veremos nunca más y mi existencia volverá al negro vacío en el que estaba antes, pero ahora sumado a la desesperación de haberte perdido.-
-Mi queridísimo Edmond eres muy fatalista, no sabemos que sucederá más adelante, no te preocupes por el destino ni mucho menos por el futuro, mejor piensa en nuestro presente.- la mujer se levantó del camarote y su silueta fina y delicada quedó a la vista, el joven y bello cuerpo de la mujer maravilló los ojos de Edmond como la primera vez que lo vio.- Me gusta tu rostro cuando me miras, no tienes en los ojos la depravación y el instinto animal de los hombres normales, tus ojos me miran con verdadera ternura y admiración, por eso me gustas querido, ahora vamos a desayunar.- la mujer se vistió rápidamente y salió del cuarto.
-¿Qué pasa maestro que me llama usted?.- el rostro de Edmond cambió a una grave seriedad
-E visto que te has estad divirtiendo pequeño monstruo mío, ahora dime que vas a hacer con la dama, ¿acaso te la vas a comer?.- dijo la voz en un tono de notoria burla.
-No diga esas cosas maestro, sabe que no soy ningún caníbal.-
-Tu eres lo que yo te ordene ser,¿entendiste pequeño monstruo de medio cerebro!?.-
-si maestro... pero dígame, ¿Cual es su deseo?.-
-Nada imbécil, simplemente te voy a dar la información que me faltaba, el maldito este vive bajo el nombre de Vladimir Pávlov Blavatsky y ejerce como jefe de la morgue en Resita, así que ya no tienes para que estar averiguando nada, simplemente ve a verlo en cuanto llegues.-
-Sí maestro, como usted ordene.- El hombre se levantó de la cama y comenzó vestirse con un fino traje.
-Otra cosa idiota, tus energía se siente demasiado baja, si no quieres volver a ser un asqueroso cadáver mejor has algo.-
El hombre bajó la mirada y salió en dirección contraria al comedor, su cabeza iba baja y sus ojos tristes -ya casi había olvidado que este maldito cuerpo no necesita energías vivas, porque gran creador el amor no es suficiente energía para mantenerme en esta forma y así podría alejarme de tan malditas acciones que debo concretar.- pensaba mientras pasaba a vagones de categorías más bajas hasta llegar a la última, mientras avanzaba se le cruzó un joven y pequeño niño de no más de cinco años que lo miraba curiosamente -¿y tú pequeño que haces?.- pero el niño no entregó ninguna respuesta y sólo continuó mirándolo. -¿Quieres que te muestre algo entretenido?.- nuevamente el niño no respondió con palabras pero sí asintió con la cabeza. -Entonces ven conmigo.- se encaminaron juntos hasta el final del vagón y en el lugar para pasar al siguiente el hombre tomó en sus brazos al niño. -realmente lo siento, pero piensa en que con tu muerte, podrás hacer que no tenga que matar a nadie más en mucho tiempo.- le sonrió y el niño a él y en un rápido movimiento tomó el cuello del niño. -Realmente tienes mucha vitalidad niño, puedo sentir como tu vida pasa a través de tu cuello.- rápidamente el niño dejó de respirar y el hombre arrojó el cuerpo bajo las lineas del tren. Retornó tranquilamente a primera clase y al comedor del tren dónde se encontraba su mujer sentada tomando una taza de té solitaria en una mesa llena de delicias dulces y saladas, -Realmente te tomaste tu tiempo.- dijo la mujer sin mayor preocupación.
-Lo siento mucho querida, me quedé meditando un momento, pensaba en lo maravilloso que es estar contigo.- La mujer se sonrojó y le alcanzó una tasa de té.
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