sábado, 14 de abril de 2012

3 microcuentos tragicos.

Calle

tan lejana parecía, tan fría se veía, inalcansable, pero cada vez menos, cada ves parecía más real, la velocidd aumentaba y también los detalles de la calle. La calle, realmente estaba fría.

Celular.
El celular sonaba sobre la mesa, pero él lo miraba sin expresión, lo miraba pero no lo observaba, pues no le interesaba, ni siquiera el sonido tan molesto que él mismo le puso; ni eso le molesta, era tan indiferente que se dedicaba a girar, sí, a girar tranquilamente y sin expresión, siguió girando al ritmo del viento hasta que una tibia mano lo detuvo.

Velocidad.

Corriendo, siempre corriendo, el tiempo no se detiene y por lo tanto tampoco yo puedo detenerme, el tiempo debe ser más lento que yo, por eso debo siempre correr. A través de las personas que caminan perdiendo valiosos momentos; paso adrenalínicamente por los semáforos cuando han cambiado su color para alimentarme de emoción. Yo no vivo al límite, me adelanto al comienzo, todo mi ser se adelanta, incluso mi corazón se adelantó a todo mi ritmo, sólo unos minutos se adelantó y gastó todos sus latidos.

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