La tranquilidad de la tarde estaba en su máximo esplendor, ni los pájaros hacían eco en el silencio del campo, las nubes estaban posicionadas y cubrían por completo el cielo, todo tranquilo e inmóvil, a excepción de dos personas que caminaban por los prados claros del lugar. Una caminata tranquila y a paso relajado, un paseo por el lugar; caminaba ya hacía diez minutos, alejándose del camino principal y acercándose a los terrenos que hacía años no visitaban.
Subían y bajaban por las colinas, su paso sólo se interrumpía por cercos de alambre que debían saltar, las aves de a poco hacían su aparición, en forma de cantos lejanos que se perdían en la inmensidad del lugar. Después de un largo camino y sobre una colina divisaron un bosque, su destino, la reconciliación con el pasado, pasaron al lado de un gran ciprés y continuaron su caminata, alegres y emocionados por el significado que tenía aquel paseo.
-¿Hacía cuanto que no veníamos para acá?.-
-Creo que serían unos cuatro años.-
-Rayos, como pasa el tiempo, pero aquí estamos, vamos a buscar los cuarzos.-
-Hace dos semanas fui a ese lugar, era interesante, nada había cambiado, ahora los dejé al descubierto, espero que los pájaros no los hayan sacado.-
-No creo.-
Continuaron su caminando y llegaron a un sendero que descendía hacia el bosque, bajaron un poco y se vieron rodeados de hermosa vegetación, su camino estaba tapizado por hojas muertas, típicas de esa fecha del invierno, y al rededor de ellos murallas de coihues se alzaban hasta el cielo, descendieron un largo camino y luego subieron por otro, anduvieron de esta forma un largo tiempo, subiendo y bajando; recordando viejos tiempos, riendo con viejas bromas y anécdotas, pasando árbol tras árbol y a medida que más se adentraban al bosque, más se perdía la huella del camino, pero esto no les importaba, pues finalmente caminaban por terrenos sin camino y seguían caminando, sabiendo perfectamente cual era el lugar por el que debían transitar, al cabo de un tiempo se toparon con un tronco cortado de un árbol, tapado con musgos y helechos; sobre él nacía otro árbol por el costado, en el centro, varios cuarzos blancos, dispuestos en pequeños grupos.
-Por fin aquí estamos hermano.-
-Después de tanto, ¿recuerdas cuando dejamos esto aquí y pensábamos en que luego de muchos años volveríamos?, aquí estamos, todo resultó ser.-
-déjame sentir la naturaleza, el aire puro, las energías del bosque.-
-es necesario, es impresionante como por sólo estar aquí todo se armoniza, está en la naturaleza humana, es de aquí de dónde venimos, somos parte de esto.-
Cada uno y a su forma se fueron disponiendo un momento, para conectarse con la naturaleza, uno tocaba las plantas, pesaba en como todo estaba vivo,en como toda vida está conectada de alguna forma, como todo es uno ya la vez no lo es, pensaba en alguien más, sentía paz en cada respiro del puro aire del bosque. El otro estaba sentado en el tronco, en un agujero que éste tenía, sintiéndose parte del árbol, aprendiendo de la quietud, de la sabiduría centenaria.
-Sigamos caminando, dijiste que hace años que no ibas por el otro camino, vamos.-
-Sí, vamos.-
Caminaron por el mismo camino por el cual habían llegado, hasta una intercepción de dos caminos, esta vez, en vez de volver por el camino hacia arriba, por el cual había llegado, bajaron, adentrándose hacia el centro del viejo bosque, luego de bajar un rato por el camino, se encontraron con un riachuelo y un camino en ascenso; descidieron no cruzar el riachuelo y subieron por el otro camino, el cual, cada vez se hacía más fangoso y denotaba que hacía ya mucho tiempo, que nadie pasaba por ahí, luego de una curva se encontraron con otro riachuelo. Cruzaron saltando por unas piedra sobresalientes y llegaron a una zona de bosque quemado.
-¿quienes fueron?.-
-Probablemente los peñis, pero nadie sabe.-
-mmm que mal, ojala no pase a mayores.-
-no, no creo, no son cosas poco comunes.-
.rayos... entonces sigamos, quiero los lugares que ya antes habíamos visto.-
-estamos casi fuera del bosque, vamos.- Al poco camiar se vieron fuera del bosque, pero por el lado contrario al que habían entrado.
-Vamos a tener que cruzar de nuevo, no recuerdo muy bien este lugar, no importa, me quiero perder.-
-pues felicidades, creo que ya estamos perdidos jaja... mejor caminemos antes de que se nos haga muy tarde, pero ¿por dónde bajamos?.-
-por allá.-
-Creo que no hay camino.-
-Quilas... tapate la boca y la nariz, puede haber ratones, vamos.- Descendieron por las quilas y la luz bajaba por el horizonte, el bosque se hacía cada vez más frondoso y el camino era una pequeña línea de tierra que descendía rodeada de la vegetación.
-¿aquí hay pumas?.-
-Pumas y jabalíes.-
-¿pero aquí, aquí, en este bosque?.-
-Sí, si.-
-entonces, vamos rápido, no tengo muchas ganas de encontrarme con alguno de los dos.-
-si escuchamos un rugido o algo así estamos muertos.-
-el bosque ya no parece tan amigable.- Apresuraron el paso, descendiendo por las quilas, que parecían ser interminables, el pequeño camino, se reducía aún más y la desesperación se hacía presente en las mentes de los jóvenes, los árboles y arbustos se transformaban en perfectos sitios de asecho para cualquier animal salvaje y cualquier ruido hacía eco en la mente de los jóvenes que al poco tiempo se vieron corriendo cuesta abajo por un camino cada vez más desaparecido y menos distinguible.
-Para, callate ¿qué es ese ruido?.-
-Es el estero, estamos tenemos que llegar a él.-
-Creo que escuché unos pasos.-
-No, no es nada, vamos.- Continuaron su camino hasta llegar a un claro en el cual ya no había más camino, frente a ellos estaba el estero y hacia el lado el bosque era demasiado frondoso y oscuro como para ser atravesado.
-Pasemos el estero.-
-¿Cómo lo hacemos, no hay nada para ocupar de puente?.-
-Mira ese árbol, pasemos colgándonos de la rama.-
-Me parece bien, vamos.- Al pasar por el estero, continuaron por un camino cuesta arriba, las nubes cubrían el cielo y el sol se alejaba por el horizonte.
-Creo haber escuchado algo de nuevo.-
-No es nada, sigue caminando.-
-Mira esta huella, es de un puma.-
-No, no lo es, es de un caballo, no tiene dedos.-
-A mi no me parece, ¿ que fue eso?.-
-Pudo haber sido cualquier cosa, vamos.- las huellas se repetían por el camino, hasta que bajaban y adentraban al bosque. La salida parecía muy lejana y ellos sólo seguían caminando, pero cada vez más fatigados por todo lo ya recorrido; de pronto, por el costado ven pasar unos brillantes y grandes ojos.
-Corre, corre corre.- Ambos bajaron a toda velocidad y cruzaron el estero, deteniéndose en el claro.
-¿Qué hacemos ahora?.-
-No sé, no sé si nos está siguiendo o no, volvamos por las quilas y después por dónde habíamos entrado.-
-vamos rápido, corramos.-
-Esta vez es más difícil, la ropa está más pesada.-
-No nos queda de otra.- Trotaban por el camino de quilas lo más rápido que podían; escucharon un rugido que venía desde abajo y eso les hizo apresurar el paso aún más, el miedo les recorría todo el cuerpo, el temor a la muerte les disparó los niveles de adrenalina y olvidaron el peso de las ropas mojadas por lo que se vieron fuera del bosque rápidamente.
-¿No hay otra forma de volver?.-
-No, además está oscureciendo demasiado, no creo que nos quede más de una hora de luz, vamos a tener que correr.-
-entonces corramos.- Entraron rápidamente en el bosque, por el mismo lugar por el cual habían llegado en primera instancia corrieron alrededor de los árboles quemados y bajaron otra vez hacia la intersección de los caminos; cuando estaban llegando aparece frente a ellos el felino, majestuoso y a la vez intimidante, de pié en mitad del camino, como si estuviese esperándolos, a penas las miradas se cruzaron los dos volvieron con la misma velocidad con la que iban. El felino esta vez no esperó que escaparan esta vez y se abalanzó sobre ellos, sus garras se clavaron sobre el más lento de los dos haciendo que caiga con un agónico grito de dolor, el otro joven, en su desesperación sólo atinó a lanzar piedras al animal, mientras su amigo gritaba y el puma le clavaba los colmillos; a pesar de que las piedras acertaban en la cabeza del animal, no producían suficiente daño como para detener su ataque. La piel del atacado iba de a poco siendo despedazada, la sangre brotaba de las piernas que ya no producían más movimiento que el producido por el puma mientras escalaba de a poco el cuerpo, luchando en contra de los brazos del joven que se defendía de forma infructífera del ataque. De pronto, cuando el puma había acertado varios arañazos en todo el cuerpo, iba a terminar su ataque con un mordisco en el cuello de la victima, pero al abrir la boca el otro joven le enterró un palo en el ojo, causando que el animal saltara hacia atrás para luego alejarse por entre lo árboles.
-Vamos que puede volver.-
-me duele, no puedo ni pararme.-
-vas a tener que poder porque no tenemos mucho tiempo y eso va a volver enojado.-
-en serio no puedo.-
-callate, callate y vamos. No nos queda de otra que seguir por este camino, es el único que conocemos.- Pasó el brazo del herido por sobre su cuello y avanzaron hacia la intercepción de caminos, subieron alejándose del lugar por el cual el puma se había ido, lentamente subían, no sin muchas dificultades; mientras avanzaban podían oír los rugidos del animal y un gran alboroto, pero nunca se acercaban demasiado.
-Puede ser que no vuelva.-
-Esperemos que así sea.- Aunque los rugidos eran frecuentes y no se acercaban, sí se sentía cada vez más cerca un ruido entre lo árboles, un sonido de pisadas y arbustos rotos. Ya cerca de la salida del bosque, divisaron a un jabalí que se acercaba corriendo hacia ellos, pero aún estaba lejos, por lo que tuvieron tiempo de subir a un árbol, a pesar de las limitaciones del que estaba herido. Llegó finalmente el animal al lugar en el que se encontraban los jóvenes, pero pasó corriendo sin prestar mayor atención a ellos. Cuando ya se había alejado de la vista, bajaron del árbol y continuaron su camino, en el descenso y debido a la poca firmeza de las extremidades del herido, se le doblaron los tobillos, generando aún más daño. Salieron del bosque y caminaron por la planicie, la noche ya estaba instalada y la noche era oscura, no se veían más que las siluetas de los árboles y sólo se oía el ladrido de los perros a lo lejos; a poco andar se escucharon pasos rápidos y pesados, al ver la silueta del jabalí cerca de ellos, se separaron un poco y el animal elevó por los aires al joven que ya estaba herido; el otro, corrió lo más rápido que pudo, ya a sabiendas del destino que su amigo tenía de forma inevitable. El animal se mantuvo entretenido con su presa, por lo que no prestó atención al que escapo corriendo, el joven escapó y cruzó varios cercos, hiriéndose con los alambres que no lograba visualizar bien; luego de mucho andar divisó la silueta de una casa, ya sin fuerzas ni energías sintió un gran alivió y lanzó un grito con la esperanza de recibir una respuesta, pero la respuesta que recibió lo llenó de miedo, ya que una jauría de perros apareció de la nada, corriendo y ladrando hacia él.
-Mierda...- exclamó